Trigésimo séptima edición del Festival de la BD de Colomiers, ciudad ubicada al oeste de Toulouse, dentro de la zona urbana de la capital del Alto Garona. Lo que nació en 1987 como una iniciativa de un librero aficionado a la Bande Dessinée de la ciudad, junto a otros colegas, ha evolucionado de manera ostensible y ha conseguido ser feria de referencia en el sur de Francia. Con el paso del tiempo, el festival ha prestado cada vez más atención a los editores y autores independientes. Desde 2009, el festival otorga cada año el Prix Tout Premier Fois, cuyo objetivo es identificar, apoyar y promover la obra de jóvenes autores de la región. Este año ha recaído en el debut de Martin Panchaud, La couleur des choses (Ça et La).
El festival también selecciona los títulos que participan en el Prix Collégien de la BD, cuya obra premiada es escogida por alumnos de segundo y tercero de ESO de la zona, que leen y valoran cada uno de los títulos a concurso.
Obras que optan al Prix Collégien:
El otro premio es el Prix Lycéen, escogido por estudiantes de entre 16 y 18 años. Estas han sido las selecciones a los dos premios de este año. Las obras ganadoras se darán a conocer entre enero y marzo de 2023, tras un metódico proceso de análisis y debate.
Obras que optan al Grand Prix Lycéen Colomiers 2022.
Desde 2016, el consistorio otorga una residencia artística a un autor en proceso de profesionalización para fomentar y apoyar la creación del cómic. Esta residencia de tres meses, entre septiembre y diciembre, permite que los artistas con beca puedan participar y mostrar su trabajo durante los días del festival. Este año había propuestas tanto de Quentin Bohuon (residente en 2021), como de Aude Bertrand, autora en residencia en estos momentos.
A nivel público, hay una fuerte apuesta institucional con la organización. Las distintas administraciones locales, departamentales y regionales financian el evento con 200.000 euros. Así, cada editorial puede invitar a dos autores, con todos los gastos pagados por la organización, al margen de los que puedan ir por cuenta propia o invitados por los propios editores. Este hecho hace que el Hall Comminges, la sala en la que están los stands, algunas de las exposiciones y el bar, sea una réplica a tamaño familiar de la carpa de Le Nouveau Monde de Angoulême. De veteranos como Tony Millionaire, Blutch o Frederik Peeters a nuevas voces como Elizabeth Pich, Mia Oberländer, Léa Murawiec, André Derainne o Joseph Levacher, la lista de autores presentes en las sesiones de firmas, charlas, lecturas, exposiciones y talleres supera los 150. De vértigo.
Hay un esfuerzo notable para que el festival tenga un tamaño asequible para los visitantes. El festival ocupa varios espacios públicos cercanos en los que se desarrollan gran parte de las actividades. Una sala polivalente, un cine, un centro cultural, unos pasquines en el trayecto por el parque que une estos espacios y la biblioteca-centro de arte. El más atrevido se puede aventurar a encontrar los murales que han ido pintando distintos autores por edificios de la ciudad desde 2016, este año le ha tocado a Léa Murawiec, o coger el tren hasta Toulouse para ver las exposiciones dedicadas a Ugo Bienvenu y a Leslie Plée y Doan Bui y las Fake News. No son, sin embargo, las únicas exposiciones del festival, ni mucho menos. El grueso se encuentra en Colomiers. Es muy loable el trabajo que hay para ambientar cada uno de los espacios expositivos. Con materiales baratos, mucho ingenio y buen gusto, implicación por parte de autores y editores y una escenografía adaptada en cada caso, el resultado es demoledor cuando uno lo compara con lo que nos obsequian eventos de mayor envergadura que se organizan en nuestro país. El mimo y cuidado salta a la vista.
Estas eran las muestras de la edición de 2022:
Magali Le Huche, en su habitación
Frederik Peeters, después del mundo, en el centro de arte y biblioteca, Henri Molina.
En el Hall Comminges, se encontraba la exposición La primera vez, en la que se mostraba el trabajo de tres debutantes: André Derainne (Un Orage par jour, Kéribus), Mia Oberländer (Anna, edition Moderne) y Joseph Levacher (La Légende des Champs de Feu, Magnani).
En la plaza Saint-Exupéry se encontraba Las horas claras de Marie Larrivé, autora del cartel de este año.
En el Cine Le Grand Central se podía visitar la muestra dedicada a Simon Roussin, ¡La gran aventura!, exposición con mucho material que se pudo ver meses atrás en la última edición de Angoulême. Su último trabajo, Los Vivos, con guion de Louise Moaty y Raphaël Meltz, premio Especial del Jurado y premio al mejor Guion del Festival de la BD de Angoulême 2022, llega a librerías este mismo mes de la mano de Garbuix Books.
Por último, en el centro cívico Lucien-Blazy, una última exposición dedicada a Fungirl, la creación de Elizabeth Pich, que espera edición en castellano próximamente. Pich practica un humor irreverente, corrosivo, expresivo y desencajado que la emparenta con nombres como los de Lynda Barry, November Garcia o Simon Hanselmann. Además, Pich se marcó el sábado por la tarde una hilarante lectura de algunas de sus historietas.
Otro punto fuerte del festival es el precio del abono o de la entrada de día: 5 euros por los tres días, 3 euros por un día. Y uno puede entrar y salir las veces que quiera del recinto, no como en Valencia, Barcelona y otros festivales de gran tamaño de nuestro país.
El viernes se inauguró la fiesta con una jornada profesional centrada en el ecocidio en curso y el impacto que tiene el desastre ecológico en la creación de los autores de cómic contemporáneos. En forma de diálogos, los autores participantes compartieron sus enfoques para abordar el cambio climático y el desastre civilizatorio al que nos encaminamos como especie desde un punto de vista artístico. Fueron cuatro charlas interesantísimas en las que participaron Nylso, Gwen de Bonneval, Paz Boïra, Jérôme Dubois, Lisa Blumen, Pierre Maurel y Olivier Texier.
El fin de semana estuvo repleto de charlas, talleres y lecturas a cargo de las autoras y autores que tenían exposiciones en el evento. Los tres días hubo momentos de verdadero bullicio y fiesta en la zona de stands. Ventas, alegría, firmas y muchas familias y aficionados leyendo y comprando libros. Un verdadero paraíso que nos queda tan cerca, pero tan lejos.
Hay otros festivales en el sur francés que han iniciado o inician andadura este año y que, sin duda, tienen a Colomiers, en cierta manera, como faro y guía: Gribouillis en Burdeos, BIM en Marsella o el Rhony’s Festival en Montpellier. A ver si en España, alguien toma buena nota también, aunque lo dudo.