Un meteorito se aproxima hacía la Tierra y el fin parece asegurado, la última esperanza de la humanidad es una pequeña colonia en la Luna que debe diseñar Alexander Yorba, arquitecto de fama mundial y protagonista de El Fuego. El problema es que durante la ejecución de ese proyecto le detectan una enfermedad terminal, que le va a hacer cambiar sus prioridades, pero puede que ya no coincidan con las del resto de personas.
David Rubín (Ourense, 1977) vuelve a la Ciencia-Ficción para crear su último trabajo como autor completo directo para el mercado español. En esta ocasión con un argumento de fin de mundo que ya es un clásico del género al que Rubín le da un nuevo giro y le sirve para situar la crisis de mediana edad del protagonista y llevarla al extremo. Una reflexión sobre los objetivos vitales, sobre prioridades y sobre ese fuego interno que alimenta el ego y crea una barrera más o menos infranqueable para las personas que nos rodean.
Unas reflexiones que muestran las preocupaciones del autor y que hacen que El Fuego sea sin duda su obra más personal. Pero Rubín no está haciendo un tebeo biográfico, sus reflexiones son llevadas al extremo, a una generalización dentro del género que trata, no para dar respuestas sino para llevar a una catarsis sobre el asunto. Y además en el fondo va metiendo otros temas, como la invasión de los espacios por el capitalismo, el abuso de las multinacionales de la cultura popular, el poder económico en las sombras. Muchos temas que también preocupan tanto al autor como al lector. Multitud de capas que se van sobreponiendo con el habitual estilo del autor, ese dinamismo y juego con las páginas de gran tamaño que sumerge al lector en una vorágine gráfica, con ese color lleno de tonos rojizos vibrantes marca de la casa. Distintos niveles de contenido, con mucho espacio a la interpretación mediante unos equilibrios arriesgados, y con un humor que no busca el gag ni la carcajada, esta vez es algo más sútil e hiriente, dirigido contra todo lo que le molesta a Rubín.
Una obra que no deja indiferente, que a sus seguidores, los que conocen el personaje que sobre si mismo ha creado Rubín, les va a resultar muy satisfactoria. Pero puede ser una propuesta que no funcione para todos. Aún así El Fuego es seguramente uno de los tebeos de los que más se ha hablado y seguramente de los que más se hablará, al tratarse de una de esas lecturas que no deja indiferente.