La familia es quizás una de las unidades básicas de la interacción social humana, y por tanto, un concepto variable e interpretable para las diferentes culturas y tiempos. Para otros la familia es una sacrosanta institución regida por designios divinos. Una estructura tan formal que no puede escapar a la hipocresía inherente de esos estamentos tan estrictos. Al menos en algún tipo de familias. Como la que retrata Elisa Riera (Barcelona, 1981) en La estirpe fracasada, una historia en cuatro actos en la que nos cuenta los entresijos de una de esas familias burguesas donde las tradiciones y la rectitud son la norma. Al menos en la fachada.

Riera se centra en varios parientes de una estirpe de clase alta venida a menos, de esas en que algunos mantienen el estatus a base de títulos, rencillas, puñaladas traperas y, sobre todo, muchas herencias. Y fijándose en la interacción de esos parientes en cuatro momentos clave, de esos en los que las amplias familias tradicionales se reúnen por completo; parientes lejanos y cercanos que durante el resto del año consiguen evitarse. Una boda, una vendimia, las navidades y un funeral. En todos ellos Riera afila su sarcasmo para retratar a esa clase social de apariencias e hipocresías y retratarlos de forma sangrante simplemente haciéndoles interactuar tal como son. Un tipo de sátira clásica en estos lares a la que Riera le da un nuevo giro, y centrándose sobretodo en las diferentes generaciones de los componentes femeninos de la familia, metiendo el dedo en la llaga en como muchas cosas parecen haber cambiado pero otras muchas siguen ancladas en conceptos del todo arcaicos.

Lo hace con su habitual estilo underground de personajes de grandes y expresivas cabezas, en esta ocasión sin usar el color que había utilizado en sus anteriores historietas autobiográficas (que sigue publicando en su cuenta de Instagram). Cada encuentro está en una escala monocromática, una escala que invade los márgenes cuando representa un flashback familiar. La Estirpe fracasada es una sátira social con muchas cargas de profundidad, de esas que dan risa porque es verdad y en las que es difícil no reconocerse en alguna de sus situaciones.

 

La estirpe fracasada», usos y miserias de la alta sociedad