“¿Habéis llegado bien?” – así comienza Nuevas estructuras de Begoña García Alén (Pontevedra, 1989), con un saludo que nos sitúa de inmediato tanto en la historieta que estamos leyendo como en relación a los juegos con el lenguaje que nos anuncia. Dividido en cuatro capítulos – la casa, el proyecto, el sueño y la construcción – este tebeo presenta el viaje de unos técnicos para ampliar una finca campestre, renovando así la asociación entre la secuencia de viñetas in praesentia y la sección vertical de un edificio, una imagen recurrente de Will Eisner a Chris Ware pasando por 13, Rue del Percebe.
Sin embargo es inevitable hoy en día reconocer bajo el término estructura una amplia región del pensamiento del siglo XX – de Saussure a Derrida pasando por Lévi-Strauss – que, si por algo se caracteriza, es por desahuciar al sujeto de la casa del lenguaje, precisamente lo que hace aquí Begoña García Alén en línea con otros autores de vanguardia: eliminar la figura humana singular, habitualmente encarnada en los personajes.
A falta de referencia visible, estos se expresan mediante cartuchos y no globos, una sola voz por capítulo que corresponde o bien al propietario de la vivienda dirigiéndose a los técnicos como vosotros o ellos, o bien a algún técnico refiriendo su propia experiencia en primera persona, nosotros y yo, o – en el interludio poético del sueño – a la propia narradora que reflexiona sobre el “hombre”. Estos juegos deícticos que señalan a personas y lugares interpelan directamente al lector, alteran una y otra vez su posición subjetiva a través del lenguaje, subvierten así el empleo tópico de los pronombres al reservar la primera y segunda persona para el relato y la tercera para la poesía.
Desahuciar al sujeto de la casa del lenguaje es lo que hace aquí García Alén: eliminar la figura humana
En paralelo, las relaciones entre las imágenes de Nuevas Estructuras a menudo abandonan la secuencialidad en favor de la serialidad: dejan de responder a un encadenamiento mediante raccords de espacio, tiempo y lugar – o a unas funciones narrativas específicas que suturen su disparidad – para entregarse a una cierta simultaneidad entre los objetos que nos presentan. Igualmente – aunque en su puesta en página abunda el uso convencional con rejillas de viñetas regulares – no pocas veces se impone el uso decorativo que prima la organización estética de la página e incluso surge, ocasionalmente, un fenómeno desafiante: la rejilla de viñetas pasa a convertirse en una cortina superpuesta o de fondo disociada de las imágenes.
Por tanto, frente a la secuencia convencional, podríamos etiquetar Nuevas estructuras como serie decorativa, un adjetivo en nada banal teniendo en cuenta su tema. Sin embargo este no es un tebeo visualmente ostentativo sino ciertamente austero, compuesto de elementos perfilados por una línea que se rellena frecuentemente en una sola tonalidad de los siete colores básicos.
Y he aquí, en esta relación entre “las palabras y las cosas”, el tablero de batalla estético de García Alén: replantear la lección de cosas, el método pedagógico inaugurado por Comenio por el que la imagen de un objeto se asocia a su propia palabra, célebremente subvertido por Magritte con su “ceci n’est pas une pipe” (“esto no es una pipa”). Aunque el tebeo parece continuar el tradicional descubrimiento sensorial del mundo a partir de los objetos – una cierta ingenuidad rousseauniana – esta titubea cuando su mirada se centra sobre las herramientas, “cuando las cosas salían mal”, un martillo cae suspendido a punto de romperse pero “con la práctica fui perfeccionando su función”. Esta ruptura del estar-a-la-mano se alude sin acabar completándose, es decir, no se abandona la estructura, la casa y el lenguaje a favor de una primacía de los objetos.
Finalmente “cuando la obra llegó a su fin, recogieron el equipaje y se fueron”. Una vez más los constructores vienen y se van tras intentar dotarnos de una estructura temporal que, frente a la proliferación absurda de las cosas, acoja sus múltiples formas y funciones o, quizás, nos ofrezca un breve refugio ante la cruel transitoriedad de la vida en la alternancia de sus días con sus noches. ¿Se le puede pedir más a estas Nuevas Estructuras? Uno de los cómics del año.