Casualidad o no, en 2008 nacen dos proyectos editoriales fundamentales para entender el rumbo del cómic infantil de la última década.
En Nueva York, Françoise Mouly arrancaba Toon Books, en Barcelona, ​​Stephane Corbinais junto con Ed Carosia, Maxi Lucchini y Manu Vidal ponían en marcha Mamut Cómics. Las dos editoriales se proponen llevar el cómic a los lectores más pequeños y diferencian sus lecturas por franjas de edad.

Ambas editoriales apuestan por títulos propios y por autoras y autores actuales, cercanos al cómic autoral, de vanguardia y grafismo rompedor.

Ambas editoriales amplían su catálogo peldaño a peldaño, ponen sumo cuidado en cada uno de sus libros y cuidan mucho la calidad de los mismos.

Ambas editoriales recuperan, en un momento dado, títulos que consideran que merecen una nueva vida: Philémon de Fred y el Oso Barnabé de Philippe Coudray, en el caso de Toon Books, La Gorda de las Galaxias de Nicolás en el caso de Mamut.

Ambas editoriales se arriesgan y hacen una apuesta decidida por imprimir sus libros en varios idiomas: Toon Books emplea el castellano y Mamut, en una jugada maestra, el catalán, el francés y el castellano.

Es interesante hacer un recorrido en paralelo de las dos editoriales y ver cómo engordan su catálogo creando nuevas colecciones y sumando autores en nómina muy interesantes. El último fichaje de Mamut es Lorenzo Montatore (Madrid, 1983), creador prolífico y con el ADN manchado de tinta.
En Lola y Blu, La Caja, nos cuenta los mil y un juegos que inventan estos dos hermanos con una caja de cartón que tienen en casa. Son historias de dos páginas que ha publicado en la revista Anorak y que ahora recopila en este volumen imprescindible. Los que conozcáis a Montatore reconoceréis rápido la capacidad que tiene el madrileño para ingeniárselas con su economía visual y expresividad potente, a medio camino entre la animación minimalista de los estudios UPA -vean y lean las aventuras de Terr’ble Thompson, por ejemplo- y la locura moderna del Harvey Kurtzman de finales de los 40, el de Hey Look, para entendernos. Los nuevos lectores que no lo conozcan, fliparán con su paleta de colores y su expresionismo pop. Para leer, releer, disfrutar y que te entren las ganas de dibujar.