Lugares comunes: conocer las obras maestras del pasado, los cómics de los pioneros, debería ser una ley no escrita para todo amante de la historieta. Merece la pena volver a este latiguillo por una razón. Bueno, por más, dos como mínimo, la primera por lo obvio, son grandes cómics, proponen las bases del medio, etcétera. Pero también porque si aplicamos el retrovisor a hace unas pocas décadas, podemos ver cómo hubo un tiempo en el que o bien los clásicos permanecían inéditos y ningún editor albergaba planes de rescatarlos, o se editaban en condiciones (muy) penosas. Y afortunadamente esto es pasado remoto, aunque el degustador de los tesoros clásicos siempre podrá darnos ejemplos de tebeos inéditos y maravillosos que reivindicar.
Uno que podría pedir (a gritos, con enojo exagerado modo twitter) era Polly and her Pals de Cliff Sterrett, producido en la edad dorada del cómic de prensa dominical estadounidense, entre 1912 y la década de los 30. En esos tiempos problemas con la artritis le obligaron a ceder el testigo de la cabecera a asistentes como Paul Fung o Vernon Greene. Bueno, pues hasta aquí la nota biográfica o técnica de la serie (la cerraremos recordando que las aventuras de Polly y familia fueron distribuidas por el poderoso King Features). Notas que no describen la grandeza de este cómic, a ubicar por su trascendencia al lado de Little Nemo (Winsor McCay) o Krazy Kat (George Herriman), los dos faros de la vanguardia primigenia de la historieta, a los que sin titubeo alguno debemos sumar a Sterrett. Pero posiblemente en Polly and her Pals encontremos, además de genio creativo e inventiva desbocada como en el caso de sus colegas, un plus. Y por este plus me permito la defensa más que apasionada de este primer volumen (y los que vengan): el documento social de una época ya remota.
Me permito la defensa más que apasionada de este primer volumen (y los que vengan): el documento social de una época ya remota.
Si las aventuras oníricas del pequeño Nemo son en primera instancia historias de fantasía y el universo de Krazy es una cinta de Moebius narrativa que gira en su propio universo, fuera del tiempo y del espacio, las historias de Polly son las de una flapper de los felices veinte del pasado siglo. Creo que por una vez la Wikipedia es bastante exacta a la hora de describir a una flapper, palabra que “se utilizaba en los años 1920 para referirse a un nuevo estilo de vida de mujeres jóvenes que usaban faldas cortas, no llevaban corsé, lucían un corte de cabello especial (…) y escuchaban música no convencional para esa época (jazz), la cual también bailaban. (…) Estas mujeres significaban un desafío a lo que en aquel tiempo era considerado socialmente correcto”.
La vida en gags de Polly es en sí misma un documento histórico de la evolución de la mujer joven en los felices 20, pero el retrato no se queda ahí. Sterrett pronto expande su foco de atención a la familia de la muchacha, sobre todo a la descacharrante figura de su padre Sam’l Perkins (más conocido como Paw). Así esta obra nos revela la historia social de hace un siglo, en la que aún advertimos paralelismos (el más evidente, la sempiterna brecha generacional… aquí estamos los boomers intentando comprender a los tiktokers) e inevitables singularidades vehiculadas a través de gags maravillosos, elegantes y casi siempre soportados por la figura de Paw, una genialidad que brilla desde el trazo del dibujo, maravillosos, de Sterrett.
Porque además de ese atractivo que en origen no lo fue (la serie no habla de un pasado sino de su presente, es una fuente primaria como la copa de un pino) la inmensidad de Polly and her Pals radica en el dominio del chiste a una página, de la expresividad del trazo, de una chispa para la composición de página enorme (suele respetar la retícula de 12 viñetas, y sin embargo es dúctil, ingeniosa y embriagadora). Además la imaginación se va desbordando poco a poco, adquiriendo connotaciones pre surrealistas en algunas páginas absolutamente antológicas, como la celebradísima de 20 de maro de 1927.
Añadir dos pinceladas más: sobre el título principal su autor desarrollará otra mini-tira, igualmente mágica. Y sobre la edición de Diábolo, recalcar que opta a mejor edición de un clásico del año, perfectamente prologada y con una calidad y tamaño “Premium” (parte de la edición original de The Library of American Comics, especializada en recuperaciones de lujo de grandes clásicos como este, Gasoline Alley, Archie o Dick Tracy… que no es por dar ideas, pero…)