Como en un videojuego de vidas infinitas, las existencias de los actores que circulan por las páginas de Pulse Enter para continuar requieren la presencia activa de un observador que no se limite precisamente a ese papel sino que intervenga de forma activa para dirigirles en una u otra dirección. Relatos desasosegantes de avatares anónimos que parecen perdidos, ansiosos por encontrar algún sentido, alguna explicación, alguien que les entienda, junto al que no se sientan tan desesperadamente abandonados. Historietas breves de regusto amargo que analizan el reverso de la cotidianidad inmediata, que valoran el precio del progreso virtual a costa de las relaciones, que desnudan los efectos negativos de las llamadas nuevas tecnologías.

Historietas breves de regusto amargo que analizan el reverso de la cotidianidad inmediata que desnudan los efectos negativos de las llamadas nuevas tecnologías.

Dibuja un futuro de realidades alternativas, de sueños confusos dentro de otras fantasías más confusas todavía. Pero no abordadas de manera literal, con subrayados y aclaraciones, para no frivolizarlas, sino sutilmente, a través de metáforas de inquietantes porvenires. Pese a lo innovador de la propuesta, o a su estética aséptica y digital (que encaja mejor que el término “futurista”, creo), Ana Galvañ sigue a su manera el planteamiento clásico de presentación, nudo y desenlace con la salvedad de que todo está abierto a la interpretación libre del lector. Hace suya también la coartada del género, de una particular rama de la ciencia-ficción, pero sin cientifismo, sin teorías complejas ni falsas explicaciones que tranquilicen el espíritu. Podemos afirmar que aquí ella ejerce de moderadora de un supuesto debate entre la obra y el receptor potencial en el que se limita a poner sobre la mesa un tema, abordándolo desde una vertiente concreta, para que a partir de ahí se abra el diálogo. Al no cerrar precisamente los finales no existe la conclusión definitiva, no hay moraleja, no hay aprendizaje y estamos condenados a seguir adelante.

No hay moraleja, no hay aprendizaje y estamos condenados a seguir adelante.

En la conversación a tres bandas que abría Cómics Esenciales 2016: un anuario de ACDCómic y Jotdown, Galvañ confesaba a sus dos interlocutores, Paco Roca y Pepo Pérez, conductor de la entrevista, sus intereses como creadora. Entre ellos destacaba por encima de cualquier otra cuestión, su afán por “contar cosas”, por ser expresiva, por comunicar. Eso significa que el soporte es posiblemente lo menos importante siempre y cuando haya un contenido con peso específico. De hecho, todos los elementos que conforman este cómic poseen un objetivo narrativo, desde los colores degradados, combinados con puntuales formas de tonos puros, hasta los insertos entre capítulos, pasando por un diseño de página casi único para cada una de las planchas. Hay muy pocas repeticiones, y para ponérnoslo más difícil renuncia en su composición a los esquemas fijos y a los títulos aclaratorios.
Tal vez la única uniformidad sea en los rostros de los personajes, esbozados con las líneas precisas, igualados todos y únicamente reconocibles a partir de pequeños detalles (las gafas, el color o la forma del pelo). Protagonistas de situaciones, que aunque cronológicamente puedan estar situadas en un periodo indeterminado todavía por llegar se basan en cuestiones rabiosamente actuales: la desigualdad, la identidad, la soledad, la dependencia. Un recorrido visual por preocupaciones que ya están presentes en nuestras sociedades, a un solo clic. Esas razones convierten el libro en un reto, en una aproximación compleja, firme, que va directa a un tiempo por escribir.
 

No se puede entender Pulse Enter para continuar como la primera obra larga de Galvañ, que se mantiene fiel a las distancias cortas. Estas cinco historietas breves, la mayoría de ellas realizadas ex profeso (solo la primera ya había sido publicada dentro de la antología Hoodoo Voodoo), están unidas por una madeja de hilos conductores, pero manteniendo cada una de ellas una fuerte personalidad propia e identificable. Las une un aroma común, melancólico, triste y desesperanzador, y las distancia la particularidad del tema a partir del cual se moldean aparentemente libres, espontáneas.
Para aquellos que todavía no estén familiarizados con los trabajos anteriores de Galvañ (entre los que podríamos destacar Trabajo de clase o sus colaboraciones para Teen Wolf o Voltio), este tebeo es la toma de contacto perfecta con su particular micro-cosmos, un entorno alejado de los paisajes acogedores y cómodos.