Este thriller de ciencia-ficción con fuertes ecos de noir, me ha resultado interesante especialmente por la forma de cruzar disruptivamente cuestiones como la dominación a partir de la fuerza del poderoso hacia el débil en el nivel macro (imperialismo/colonialismo) y en el micro (bullying). Aunque la historia está tejida entre giros que sorprenden y mostrando visos de complejidad, creo que en realidad esta es una historia muy sintética que entre avances taciturnos, juega sus cartas de forma directa, cuando las juega.
Uno de los aspectos que más me ha llamado la atención es el enfoque del bullying permitiendo el retrato del acosador, no sólo de la víctima. Territorio, sin embargo, ese relato va más en favor de potenciar la intriga y el drama que de buscar ser un “cómic social” (aunque ponga el asunto sobre la mesa). También juega a su favor ese retrato largo en el tiempo de víctima y acosador que permite ver las acciones pasadas en retrospectiva y también ser testigo de las consecuencias.
El aspecto visual y la narrativa es lo que menos me ha sorprendido, si bien me parece que acierta en sus decisiones para contar potenciando argumento. Como este, es sintético y en su paleta apuesta por tonos que se antojan simbólicos al relato: colores fríos, acompañados de algún cálido que evocan tanto melancolía como violencia. Su narrativa desarrolla algunas escenas que buscan el impacto y alterna la narrativa más convencional con algunos desarrollos especiales acorde al tono.
Territorio es una obra en la que confluyen la ciencia ficción taciturna que vino con Blade Runner junto con la que vino por la vía francesa ya con la influencia del manga. Me he acordado de aquel HK de Morvan y Trantktat, pero creo que puede gustar tanto a la vieja escuela como a la nueva: sus temas son universales (por desgracia).