Calpurnio representa la muestra perfecta de cómo el cómic permite mostrar realidades complejas de una forma engañósamente sencilla. La física cuántica, el lejano Oeste o, ahora, la Grecia clásica son universos que nuestro autor traslada a su mundo minimalista.
Investigador incansable, hace de la dispersión un arte. Hablamos con el creador de Cuttlas, uno de los personajes más icónicos de nuestras viñetas.
¿Qué es para ti La Odisea ?
Es un clásico que ha caído en mis manos por sorpresa. Es el primer libro de texto que he ilustrado y ha sido muy entretenida tanto la investigación como el dibujo y la colaboración con Blackie Books.
Es un encargo de la editorial. Ellos querían hacer una colección de clásicos pero no tenían muy claro cómo iba a ser la edición. Todos empezamos a trabajar a la vez. Ha sido muy entretenido ver cómo crecía el proyecto viendo cada premaqueta, cada dibujo, cómo iba trabajando cada departamento. Las decisiones sobre cada color, la tipografía… Ha sido un proceso muy enriquecedor.
Hablabas antes de la colección. Es la colección Clásicos liberados en la que se adaptan obras clásicas y se adaptan a nuestro tiempo. En el caso de La odisea no se limita al texto original sino que se muestran las derivas que ha ido teniendo a lo largo el tiempo.
Sí. Es importante destacar que son ediciones anotadas más que ilustradas.
Lo que tiene máxima importancia es el texto, y el resto de elementos (maqueta, tipografía, dibujos, notas al margen) están al servicio de ese texto.
Mis dibujos son parte de las anotaciones que podemos ver en el libro. Raramente se inmiscuyen en el texto. Siempre discurren por los márgenes. Lo que he intentado es ayudar a la lectura. Es un libro arduo de por sí y con mis dibujos intentaba ayudar al lector a no perderse en la maraña de personajes y situaciones.
Es un libro arduo de por sí y con mis dibujos intentaba ayudar al lector a no perderse en la maraña de personajes y situaciones
De hecho hacéis una presentación de los protagonistas.
Eso es. Hacemos una ficha de cada personaje importante en la misma página en la que aparece por primera vez. He pretendido que fuese todo muy minimalista y hacer un dibujo que remita a la época, a una Grecia muy primitiva. Aún no había ni democracia. Estamos hablando del 1.100 a.c., con un arte muy esquemático. Con el dibujo quería que el lector entrase en ese mundo en el que todo era muy espartano. He intentado en todo momento ayudar al lector en la lectura, acompañarle. Los personajes son como letras, no tienen cara.
Utilizas muy pocos colores y de un modo muy narrativo.
El color solo está en las líneas y es una gama muy reducida. Son colores tierra que remiten a la época. Además, todas las líneas negras están impresas con un 80% de gris para que compitan menos con el texto.
He usado otros trucos… por ejemplo, el traje de Ulises (lo único amarillo que hay en el libro), o el malva de Penélope, nos ayudan a distinguirlos enseguida, incluso en escenas multitudinarias.
¿Cómo ha sido el proceso de documentación del libro? Imagino que será una gran responsabilidad enfrentarte a un libro tan fundacional como este.
Sí, lo asumí con mucho entusiasmo desde el principio. Desde que me proponen el libro empiezo a estudiar y documentarme sobre la antigua Grecia, 3.000 años de civilización que evolucionan de maneras muy distintas. Me he intentado ceñir a la época concreta del libro. Ha sido muy entretenido documentarme. Sigo estudiando sobre la época porque es muy interesante.
Con el dibujo quería que el lector entrase en ese mundo en el que todo era muy espartano
Comentabas que el libro lo habéis ido trabajando de forma conjunta. Imagino que habrás tenido que replantearte tu propio trabajo a lo largo del proceso.
Claro. Para todos ha sido un poco complejo. Mi idea inicial era muy distinta. Siempre me han dado libertad total y, al principio, me planteé hacer dibujos a doble página a todo color con un estilo más detallado –con narices y ojos– pero vimos que el libro iba a quedar gigantesco. El texto, además tenía que ser protagonista y cambiamos el planteamiento. Mis monigotes de siempre me permitían incidir en ese aspecto de anotaciones que comentaba antes.
Es un formato muy elegante con grandes márgenes para incluir anotaciones que permiten complementar el texto principal. Las de texto suelen ir en los márgenes laterales, y mis dibujos en el amplio margen inferior.
La depuración de la línea es algo que caracteriza toda tu trayectoria. ¿Cómo nace en ti esta síntesis tan potente?
Llega de forma casual. Son unos dibujos que hacía además de mi estilo “normal”. Son unos monigotes que empecé a hacer en mis fanzines y que enseguida pasaron a la revista Makoki. Siempre he encontrado un lugar para publicarlos, y para mí es muy divertido hacerlo. Al final acabé haciendo durante años Cuttlas. Ha sido algo que me ha llegado sobrevenido. Tal vez por eso, cuando hago otro tipo de trabajos intento no hacer monigotes.
Cuttlas es una manera de hacer que se ha mantenido a lo largo del tiempo. Ha ayudado el hecho de que los personajes hayan ido apareciendo muy despacio a lo largo del tiempo. Estoy trabajando con pocos personajes durante muchos años. Mucho tiempo después aparecen Juan Bala, el Marciano 37… personajes nuevos que surgen de manera casual y que se han incorporado a la serie.
El cómic ha crecido de una manera natural.
El personaje nace de forma poco premeditada pero acaba imponiéndose a otros. Comienzas en los ochenta con la serie y aguanta perfectamente el paso del tiempo, mejor que muchos productos de la época.
Que lleve más de treinta años supone un récord para mí y para cualquiera. Empecé con Cuttlas casi al final de los ochenta. Realmente mi aportación al cómic ha sido prácticamente ésta porque desde el principio ha encontrado su espacio. Pero tengo otros intereses, desde la animación hasta la cartelería que me permiten desarrollar otras facetas. Cuttlas ocupa el 30% de mi tiempo.
A mi me encanta publicar en prensa. Es un soporte en el que los cómics queda muy bien y me gusta su inmediatez. Es el medio natural de los cómics.
Publicas Cuttlas primero en Makoki, después en El País, tanto en El Pequeño País como en El País de las Tentaciones, y posteriormente en 20 Minutos. Frente a otros personajes del medio, Cuttlas ha sobrevivido por encontrar su soporte en otros medios, especialmente la prensa.
A mi me encanta publicar en prensa. Es un soporte en el que los cómics queda muy bien y me gusta su inmediatez. Es el medio natural de los cómics.
A la vez que empecé a publicar en Makoki, comencé a trabajar en 1989 en el departamento de maquetación del Heraldo de Aragón. Estuve trabajando tres años como ilustrador para todo. Hacía desde los artículos de opinión hasta el mapa del tiempo. Para cuando empecé a colaborar en El País ya tenía muy claro cómo quedaban impresas las cosas en los periódicos.
De hecho Cuttlas recuerda mucho a las infografías. Es algo que vemos mucho en toda tu trayectoria, incluida La Odisea, que es la capacidad de desarrollar conceptos complejos de una forma sencilla.
Hice muchas en el Heraldo y es algo que me encanta. En La Odisea insistí en poner un mapa, por ejemplo, para facilitar la lectura.
Yo estudié un poco Arquitectura. Allí aprendí algunas cosas que me han servido mucho después, como geometría descriptiva, y un poco de física o matemáticas. En Cuttlas hago muchas páginas sobre ello. También sobre física cuántica… Desde luego no soy un experto en ello, pero de alguna manera intuyo su belleza.
Los años de El Heraldo de Aragón y los de aprendizaje de arquitectura fueron para mi una escuela bestial, sobre todo en el lado práctico.
Desde que empiezas a publicar hay una revolución tecnológica que miras con curiosidad y trasladas a tu trabajo.
Claro. Todo lo que sea ciencia y tecnología me apasiona. Con la tecnología no tengo ningún problema. Cuando estuve trabajando en el Heraldo ya había ordenadores muy potentes que eran accesibles para poca gente en las artes gráficas. En la época aún se hacían los trabajos con Letraset y tramas mecánicas. El Mundo o quizás El País fueron los periódicos que primero apostaron por esa revolución y en el Heraldo al año siguiente ya teníamos esos equipos.
La tecnología me gusta, igual que me gusta la ciencia.
Más que en el propio personaje utilizas esa pasión en las videocreaciones o las animaciones.
Sí. Eso ha tenido que ver con los personajes secundarios. Durante años, los cómics de Cuttlas eran de acción y tiros, ambientados en el Oeste. Cuando llega Juan Bala comienza a haber cómics más introspectivos. Cuando aparece el Marciano 37 abre nuevas posibilidades.
Por otra parte, me empiezo a interesar por la música y los sintetizadores y los voy incorporando en los cómics. Mis rollos de videojockey me han servido para hacer fondos de algunas escenas o para sugerir nuevos temas.
A mi, Cuttlas me viene muy bien porque, al ser tan esquemático puedo moverlo por todas partes. Vive en una dimensión atemporal. Una semana está llevando vacas en el Farwest y la semana que viene está con el ordenador o con una filosofía de pacotilla.
Cuttlas me permite plasmar cualquier inquietud que tenga. Puedo hacer lo que quiera.
Una constante también es la experimentación. Hace un millón de años hiciste Proyecto X. A pesar de jugar con estos temas nunca pierdes de vista al lector.
Volvemos al Heraldo de Aragón. Allí trabajaba por encargo y esa presión siempre me ha gustado. También me ha gustado trabajar para publicar. Siempre intento ser amable con el lector. Quizás en Proyecto X es donde menos amable he sido con el lector aunque también tenía su lado de cómic y de diversión.
De todos modos, es un proyecto que ha seguido vivo a lo largo del tiempo. He seguido alimentándome de los fondos que creé para otras cosas. Por ejemplo, algunos fondos los he usado para mis películas de dibujos animados, otros han sido fondos de mis cómics, he hecho muchos videos de videojockey y de hecho estoy haciendo algunos cuadros que están relacionados con eso.
El Proyecto X son imágenes que van surgiendo sin un plan muy predeterminado y las aglutino en el proyecto pero me han acompañado siempre. Me gusta lo mínimal pero también ver hasta dónde puede llegar el exceso gráfico. Me gusta llenar hasta el último milímetro de numeritos y ver qué sale de allí.
Volviendo a Cuttlas, hablamos de modernidad pero parece remitir también al pasado, a los cómics fundacionales como Krazy Kat de Herriman. Tu obra parece enlazar el pasado y el futuro.
Son monigotes que son universales y que enseguida despiertan simpatía. Cuando empecé con Cuttlas no conocía la obra de Herriman pero sí veo que hay algo que les une. Hay algo ancestral en el monigote que acompaña al hombre desde el comienzo de los tiempos y quizás sea parte del éxito de Cuttlas. Antes de que te cuente nada ya genera una empatía con el lector.
En El País publicas de forma semanal. En 20 Minutos, durante años, lo haces de forma diaria. ¿Cómo afecta a las historias adecuarte a los tiempos de publicación?
Una cosa que me hace cambiar el tipo de historias es el tamaño en el que voy a publicarlas. Por ejemplo, en Makoki la página era un Dina4 (como un folio). Me cabían muchas cosas pero hasta cierto punto. No más de seis tiras de viñetas.
Cuando paso a El País, el formato es enorme, un Dina3. Como había trabajado tanto en El Heraldo, estaba acostumbrado a trabajar a página completa y me facilitó las cosas pero me dí cuenta de que me cabían historias más largas. Eso me mediatizó durante el tiempo que estuve en El País aunque también podía hacer un solo dibujo ocupando toda la página o con menos viñetas pero tiene que responder a un juego que esté presente en la propia historia.
Después de seis años cambio al 20 Minutos para los que hago una página al día, de lunes a viernes, con un formato de un cuarto de página. Para mi fue un cambio brutal. Al principio me costó adaptarme al nuevo espacio. Quería hacer historias largas pero me dí cuenta de que lo tenía que hacer eran chistes. Es muy gráfico ver ese proceso en el tomo recopilatorio de DeBolsillo.
Me costó adaptarme al ritmo diario de la serie. Estaba satisfecho de nuestra relación económica pero, como estaba empeñado en hacer cómics, tenia que estar ocho horas al día haciendo la página y no podía hacer otra cosa. Todo el día estaba pensando en ellas y dibujándolas. Además, eso me hacía dibujar peor. Si hacía una página a la semana podía desechar las ideas que no me gustasen pero teniendo que mantener ese ritmo tenía que llevarlas adelante.
Aguanté unos años pero les dije que bajásemos el ritmo. En lugar de hacer cinco pasé a hacer tres tiras a la semana. Después vinieron las crisis y me bajaron a mi de tres a una y después de 11 años acabó mi colaboración.
Mauro Entrialgo contaba cómo hacía series de chistes que le permitían tener una continuidad.
A veces sí lo hacía si veía que me podía dar juego, como las del viaje al universo, pero son muy pocos casos. De hecho, una de las características de Cuttlas es que cambian de un día a otro.
Si he podido trabajar durante más de treinta años en Cuttlas es porque se ha publicado en prensa y el esfuerzo resulta rentable. Si tuviese que depender solo de la venta de libros, no estaríamos hablando de ello probablemente.
La prensa ha dado estabilidad económica a tu proyecto. Vemos como el papel está desapareciendo en favor de internet, que no suele acompañar con un rédito económico sus propuestas. ¿Cómo vives el momento que está viviendo la prensa?
Si he podido trabajar durante más de treinta años en Cuttlas es porque se ha publicado en prensa y el esfuerzo resulta rentable. Si tuviese que depender solo de la venta de libros, no estaríamos hablando de ello probablemente.
El momento que atraviesa la prensa lo vivo con pena como todos los que nos hemos dedicado a ello. He conocido tiempos mucho mejores y sé cómo ha caído el sector. Cuando acabó mi colaboración en 20 Minutos tuve la suerte de que me propusieran hacer una página mensual, de nuevo grande y a color, para Valencia Plaza. Estoy contento porque me permite hacer otras muchas cosas que tengo entre manos.
Entre tu marcha de 20 Minutos y tu incorporación a Valencia Plaza cambias de registro y trabajas en Mundo Plasma. Comienza siendo un cadáver exquisito en el que mezclas tus inquietudes de un modo diferente al que estamos acostumbrados. Presentas el proyecto al Premio de Mallorca y lo ganas, lo que hace que hagas más compacto el proyecto.
Decidí hacerlo así porque me apetecía pero podía haber seguido con el rollo improvisado. Quería hacer una historia autoconclusiva.
Es lo que me salió en ese momento. No es que quisiera alejarme de Cuttlas, es que es mi estilo natural de dibujo desde el principio. Es cierto que ese estilo lo he mantenido en otros trabajos de ilustración.
Con Mundo Plasma tengo una sensación contradictoria. Me gusta pero me vi un poco apresurado al final y hay cosas que se podían haber cerrado mejor.
¿Es una historia cerrada o volverás a ella?
Si vuelvo será a los personajes más que a una historia larga. Ahora ando más ilusionado con la ilustración, de hecho estoy preparando La Ilíada, un proyecto que me llevará meses. Soy un poco disperso y me da la sensación de que estoy esperando a que me vaya bien en algo para dejarlo que es lo que he hecho siempre. He hecho muchas cosas a lo largo del tiempo. Quizás sea Cuttlas lo que ha tenido más continuidad.
Los ilustradores tienen que desarrollar una transversalidad para poderse mantener a través de los encargos.
Sí, yo estoy metido en muchas cosas. Con los cómics ha habido momentos en los que me ha ido muy bien y otros que no tanto.
Lo de videojockey por ejemplo. Hubo una época en la que estuve muy interesado y tenía trabajo. Me encantaba esa explosión de colores pero ahora llevo dos años sin hacer nada de eso. Sin embargo tengo todo el equipo preparado para poder cogerlo en cualquier momento.
Sí, intento meterme en todo tipo de líos dentro de las artes gráficas. Con los cómics ha habido temporadas mejores y otras peores. Aparte de esto hago carteles, ilustración, incluso proyecciones de video. He estado muy volcado en mi actividad como VJ, y aunque hace dos años que no tengo tiempo para eso, siempre tengo el equipo preparado. Me interesan mucho temas.
Lo que sí tienes es una aportación, una voz propia que es algo que todo el mundo busca.
Gracias. Si tu lo dices… La verdad es que no me puedo quejar porque siempre he estado vinculado a las artes gráficas y en general me ha ido bastante bien. No soy muy ambicioso pero siempre he podido dedicarme a mi trabajo relajadamente.
En la ilustración y el diseño es necesaria la renovación constante. Entiendo que tu curiosidad te habrá ayudado a encontrar tu espacio en los distintos escenarios.
Claro. De allí salen las ideas.
Actualmente puede resultar complejo hacer un seguimiento de Cuttlas.
En este link se puede ver el recorrido de los libros. Con Glenat/EDT he publicado por lo menos ocho libros en catorce años que se recopilaron en dos tomos. Con Panini edité un bonito libro y DeBolsillo- Penguin Random House ha sacado un recopilatorio con el material de 20 Minutos.
¿Hay voluntad de recuperar el material de los dos integrales que sacó Glenat /EDT con tu trabajo?
Me motiva más un proyecto con el que llevo diez años, que es publicar un libro gordo con todos mis trabajos de ilustración. No ha habido una conjunción planetaria para editarlo pero tengo un trabajo importante de recopilación y escaneado de todos mis trabajos desde hace treinta años. Cuando tenga algo de tiempo voy a ponerme con ello y con la reedición de esos dos integrales. Existen planes secretos para editar todo con Reservoir Books.
¿Proyectos?
Mi proyecto más inmediato es ilustrar La Ilíada. Aún estoy con los bocetos pero lo lógico es que tuviese una continuidad con La Odisea para que estuviesen juntitos en la estantería. Estoy ya trabajando a tope con Blackie Books. Sigo colaborando con mis Cuttlas en Valencia Plaza, y también estoy preparando una edición de mis “Dibujos Pandémicos”, que he ido publicando en Twitter, esta vez en papel en la revista Print.
Estaba ansioso por que las ilustraciones de la Iliada fueran también de Calpurnio. Que alegría me acabo de llevar. 🙂