El mundo del cómic vive un momento dulce en lo creativo. Nos encontramos en un escenario en el que los productos comerciales coinciden en las estanterías con arriesgados propuestas experimentales que permiten que el medio crezca en nuevas direcciones. Desde sus comienzos, la editorial bilbaína Belleza Infinita ha buscado las intersecciones entre diferentes disciplinas, buscando el juego y la complicidad de un lector o lectora. “Persecución” es uno de los últimos trabajos de la editorial. Hablamos con su autor, J.F. Vaquero.

¿Qué es “Persecución”?

Es un proyecto procesual sobre la metacreación que comencé hace varios años y he ido desarrollando paralelamente en diferentes formatos como: música, vídeo, fotografía, dibujos y textos. Después de autoeditar varios zines veía que el libro podía ser la consecución natural y el cierre de una etapa.

¿Cómo nace la obra?

Hay varios puntos germinales paralelos. El primero tiene que ver una cuestión vital, la necesidad creativa. El segundo es temático. Ahí aparece el título Persecución y la idea de viaje. El argumento no es el más importante pero para este proyecto sí es imprescindible. El tercer punto es la búsqueda de métodos y herramientas, por ejemplo, los programas gráficos de edición, la autoimposición de limitaciones, el collage y la deconstrucción. Fuí probando y descartando, quedándome con lo que me funcionaba para poder avanzar.

“Persecución” es la historia de una huída, una road movie hacia los orígenes.

Sí, pero sobretodo, el tema persecutorio me pareció adecuado para ser el envoltorio visual o la excusa de algo que me interesaba: abrir el debate de si “la realización personal a través de la creación plástica” es o no posible y viable. Un metatema, vamos. Y también comprobar si “la discontinuidad como fin en sí misma” podía formar parte del libro. Es decir, me propuse que el tema “persecución” funcionara como una especie de “MacGuffin” para hablar del lenguaje plástico. De hecho, las persecuciones a comienzos del cine eran un poco gratuitas, una mezcla de comicidad y vértigo, casi lúdico-deportivas. Leí que el precedente de este “género” son las escenas de caza. Hay una referencia a la caza en el libro.
El contenido narrativo está compuesto de muchos minirelatos distópicos. El relato principal comienza a la mitad del libro que es una road movie, una huída de alguien, o mejor aún, una autohuída. El acto de desplazarse en pos de un móvil, personajes que no se detienen ante nada ni nadie, escapando de sus enemigos pero más de su propia existencia vacía.
Por supuesto, el viaje es en coche, y eso abre otros temas: la angustia por la velocidad, los accidentes, la idea de la escapada en autos potentes para hablar positivamente del “progreso” o, al revés, para hablar negativamente, resaltando la idea de “fracaso tecnológico”.
Pensaba también en las posibles interpretaciones políticas de Persecución derivadas. Desde el principio concebí que el persecutor era “el capitalismo”, alguien a quien no se le ve, pero está siempre presente como un Dios (o un demonio). El viaje, efectivamente, termina en los orígenes, si los orígenes se entienden por “la nada”, esto es, la muerte, porque el periplo que recorren va desde la ciudad hasta el desierto pasando por el bosque y el mar. O desde una óptica más poética: es un recorrido frío por el dibujo.

 

 

 

Vienes del mundo del arte moderno. ¿Cómo te adaptas a las convenciones del cómic?

No me adapto a las convenciones del cómic, ni a las de la música, ni a las de la narración… porque no tengo la técnica necesaria, pero aunque la tuviera, intuyo que no me sentiría cómodo trabajando dentro de una disciplina. Me puede más lo híbrido y experimental y los puntos intermedios. No sé si este proyecto está cerca o lejos del arte, pero la experiencia ha sido igual que realizar piezas para una exposición.
El cómic me sirve como referencia en aspectos formales y estructurales. Las viñetas son fotogramas pero también habitaciones o manzanas de edificios. En ese sentido hay partes del libro de Enrique Bordes Cómic, Arquitectura Narrativa, que me ponen delante de los ojos soluciones para mis problemáticas. Por ejemplo, el mecanismo gráfico que emplea el artista Arntz para representar al conjunto de la sociedad vienesa. O la idea de simultaneidad de espacio-tiempo de McGuire y Ware de la que trata también Bordes en su libro.
A mi me gusta que los proyectos funcionen como artefactos mentales. Hay un relato en Persecución sobre un personaje que no puede de dejar de crear, pero lo hace solo con la mente. Fantaseando, podría suceder, que elementos de este libro acabarán en la mente de alguien propiciando otras “obras mentales” derivadas, y así hasta el infinito.

 

Quizá es cierto que vivimos en una época en la que los relatos han dejado de tener la relevancia, o están más desestructurados, o no existen

 

¿Cuáles son tus referentes a la hora de abordar la obra?

Puedo decir que para este proyecto, en general, el cine y el diseño gráfico han tenido más peso que el cómic y el arte. Hice el ejercicio de ver road movies de todo tipo, de entre las cuales, las de Godard: Al final de la escapada, Pierrot, el loco y Week-end me dieron bastantes claves. Me gustaba la idea de trasladar al libro la tensión y extrañeza de Lynch: Carretera perdida, Una historia verdadera, Terciopelo azul y Twin Peaks. Por otra parte, los documentales de Herzog: Fata morgana, El diamante blanco, Encuentros en el fin del mundo y Happy People: A Year in the Taiga, que me encantan, me sirvieron para decidir que los géneros se podían remezclar sin pudor, y que “mentir” en un sentido artístico puede ser práctico para cuestionar certezas. De Antonioni, utilizo fotogramas de su trilogía de la incomunicación en las que aparecen paisajes por donde personajes caminan absortos y mostrando curiosidad por pequeños detalles.
Del cine se pueden hacer lecturas muy provechosas. Hace unos meses asistí a un curso de cine que impartió Javier Ocaña. Muchas películas que ya había visto, adquirieron de repente un enfoque diferente gracias a las vinculaciones que Ocaña establecía con otras, con los géneros y con sus contextos.
En podcasts he encontrado mucho material del que me he nutrido para este libro: conferencias de la Fundación Juan March, clases magistrales del filósofo argentino Darío Sztajnszrajber, entrevistas de Efecto Doppler y Carne Cruda y los comentarios de libros de Fernando Castro. Es paradójico escuchar atentamente, disfrutando, el comentario de libros de filosofía dura que jamás voy a leer. Aunque después de oír algunas buenas entrevistas a los autores es fácil acabar comprando obras como: Una casa en Walden de Antonio Casado da Rocha y En los límites de lo posible de Alberto Santamaría, dos libros referentes para mi historia. Pero he de confesar que leo varios libros a la vez y muchas lecturas se quedan interrumpidas.
Dentro del cómic y zines, me interesan los autores por sus obras plásticas más experimentales: Richard McGuire, Olivier Schrauwen, Yuichi Yokoyama, Begoña García-Alén, Alexis Beauclair, Sammy Stein, Julien Gobled
Me gustan movimientos artísticos como: la Bauhaus, el Dadaísmo, el Neoexpresionismo… artistas como Malevich, Anni Albers, Picabia, Kippenberger, Oehlen, la geometría de Palazuelo, los dibujos de Julie Mehretu, Simon Faithfull y Pettibon, las instalaciones políticas de Thomas Hirschhorn

 

 

A lo largo de los años has ido desarrollando tu trabajo en diferentes fanzines. ¿Cómo afrontas un proyecto de esta dimensión?

Bueno, es emocionante concentrar toda la energía en un proyecto más grande y complejo como es este libro. Empecé participado en algunos Fanzines colectivos. Silvia G.Guzmán, Pernan Goñi y yo autoeditamos ASDFG, dos números: La mente humana y La muerte del cine. Nos lo pasamos bien. Los fanzines permiten poner en práctica ideas más o menos locas y eso es saludable y liberador. Después edité tres: Instantes en el paraíso, Huída (Música abstracta) y Abismo. Muchas de las inquietudes de estos zines están recogidas en Persecución.
Me parecía que venía a cuento unificar y dar sentido a muchas de las ideas que permanecían en mi cabeza y a otras nuevas que iban apareciendo. Desde esa decisión comienzo a determinar cómo llevarlo a cabo: con el tema general (la creación plástica), la excusa temática (Persecución) y las herramientas (la deconstrucción, el collage, etc).
Fuí realizando maquetas de posibles libros, iba a enseñándoselos a Gari, el editor, y él me daba su opinión, eso ha sido fundamental. En un momento dado comenzó la dura labor de decidir: desechar material y adecuar cosas, porque sólo se puede hacer un libro de los infinitos posibles.

Recompones las imágenes y textos que has usado en tus autoediciones dotándoles un nuevo significado.

Sí, no puedo evitarlo, diría más: desde el principio veo imágenes polisémicas que encierran diferentes mensajes. Exagerando, creo que una misma imagen tiene formas que van mutando a cada instante. Mi deseo es que, incluso, mis dibujos vayan adquiriendo nuevas lecturas al añadirles elementos y al cambiar el orden y contextos. Cada cierto tiempo fuerzo a las imágenes a desplazamientos, de un formato a otro, por ejemplo. Realizar una exposición o crear un vídeo con ciertas imágenes de mi catálogo gráfico pueden insuflar otras vidas a esas mismas imágenes. Es como una ópera que acaba convirtiéndose en novela. En esos movimientos o versiones, la obra pierde el foco pero gana en autonomía, es como si se reencarnara.
Además, esas operaciones requieren reeditar, remontar, reconstruir… y eso son tareas muy estimulantes. Este libro está completamente atravesado por superposiciones y yuxtaposiciones que ayudan a evidenciar que la obra es abierta (y sigue abierta), que en sus múltiples transmutaciones, las imágenes y textos se han interpretado de una manera y de la contraria. Quiero presentar mi posición ideológica negándome. Ser abogado del diablo. Creo que a veces los panfletos son menos efectivos que algo tan aparentemente confuso como mi libro.

 

A través del texto intentas dotar de una mayor narratividad al conjunto.

Sí y no. A veces el texto funciona igual que los dibujos, es decir, merodea por los límites de lo abstracto, o termina en terrenos del absurdo. Algunas de las frases, que son diálogos de películas, se adelantan a la acción o hablan de temas ya tratados. Otras veces, otorgo al texto una función de acercamiento a lo convencional, pequeñas piezas autoexplicativas insertadas entre los dibujos que sí tienen intencionalidad narrativa. Los diálogos funcionan más como interferencias que propician pequeñas tensiones, como cuando hay un relato corto luchando con una frase publicitaria. Las “frases hechas” que se suceden a lo largo del libro intentan confundir, raspar el sentido. Lo abstracto a veces, acaba ganando. Hay un libro de Horacio Muñoz, Posnarrativo, El cine más allá de la narración, que habla de un cine que “ha dejado atrás las historias” en beneficio de otras cuestiones como: “visualidad, gestualidad, espacio, tiempo…”. En mi caso hay una relación de amor-odio con la narración, es como si sobrecargando de narraciones se acabara perdiendo la narración misma. Quizá es cierto que vivimos en una época en la que los relatos han dejado de tener la relevancia, o están más desestructurados, o no existen (como en los discursos de Trump). Prefiero lo discontinuo a lo definitivo porque me parece más real. El tono es importante para mi, en este caso casi congelado, triste, pesimista… En definitiva, las sensaciones priman sobre la narración.

En el libro renuncias a los personajes para centrarte en espacios, geometrías y manchas que se convierten en protagonistas.

Las personas aparecen de manera subjetiva. Hay personajes porque hay diálogos, hay diferentes narradores de minirelatos. Un narrador cuenta en tercera persona del presente lo que está sucediendo: la huída, la persecución. Cuando escribía el texto veía a los dos personajes como el mismo pero desdoblado, y que el persecutor es una metáfora de “el capitalismo”.
Tienes razón, los paisajes no son el contexto, son las imágenes protagonistas que miran los personajes que nunca se ven, o que miramos todos. A veces inserto, narraciones en modo pasado, que aportan otras perspectivas, narradas por otros terceros, o sea, más personajes anónimos ausentes.
En las últimas páginas sí hay unas figuras pseudohumanas que bailan. Me gusta pensar que el premio del viaje es la música y el baile. Hay pasajes donde los personajes se posicionan contra el ocio, es una traslación de lo que para mi supone este proyecto, no es un mero entretenimiento porque me plantea preguntas profundas. A veces las series de televisión no quieren preguntar, solo te mantienen expectante, nada más. Un libro como este supone la constatación de que realmente mi historia “no sirve para nada”, en el sentido de que no cambiará nada, pero a la vez es una bomba para el cerebro del autor que le remueve todo. A mí me ha supuesto replantearme muchas cosas.

 

El ritmo con el que se interrelacionan las imágenes dota al conjunto de una musicalidad que parece convertir a la obra en el story de alguna de tus videocreaciones.

Cuando construyo música, la parte rítmica es fundamental. Disfruto los momentos en que tengo que decidir si dejar silencios o llenar de sonidos o ruido. Eso quiero trasladarlo al libro.
Dando la vuelta a lo que planteas, los vídeos que hago no tienen story porque son ejercicios urgentes de montaje que se plasman en piezas de menos de 1 minuto, obedeciendo a ideas sencillas que aparecen de repente en mi cabeza. Siempre cuentan con una banda sonora digital realizada de manera muy intuitiva con un programa gráfico. Y sucede que, en vez de hacer un esbozo del vídeo, los vídeos son esbozos de las páginas, incluso, algunos de los vídeos son fragmentados para utilizarlos en la composición de partes de la historia.
Al trabajar paralelamente en los vídeos y el libro, surgen multitud de correspondencias entre los sonidos, las imágenes, los dibujos y el tono que se crea.

 

En el libro vemos la dificultad de adaptarse a la vida natural y renunciar a la sociedad consumista en la que vivimos.

Se nos hace cada vez más difícil vivir en esta sociedad pero, por otro lado, en la naturaleza añoramos el progreso. El capitalismo y consumismo nos persigue.
La huída de los personajes está provocada por un sistema perverso del que no se puede escapar. El perseguidor no solo actúa como tal, además está invisiblemente omnipresente, ellos sienten esa presencia, por eso es una huida fallida, es sólo una ilusión. El “coche”, como símbolo, por momentos asume el el papel protagonista, y funciona como “el demonio infiltrado”, como hilo conductor. Medio de salvación, pues facilita la huida y a la vez la causa de los problemas: el coche como icono aspiracional y a la vez colapso y muerte. Es algo así como el principio y fin de Occidente.
El destino de ese viaje es la naturaleza, la salvación y la libertad soñada. En un capítulo en que se encuentran viviendo en un bosque, tienen problemas de adaptación, y se oye la voz del monstruo que es capaz de adaptarse a todo: a la ecología, feminismo, socialismo… Y la naturaleza, como vemos en los documentales de Herzog, no es tan amable como la idealización que se tiene de ella. Es entonces cuando el mundo moderno nos tienta para que regresemos a su regazo como en la película Captain Fantastic de Matt Ross, pese a demostrar que es posible vivir al margen. El capitalismo se va instalando en cada mínimo resquicio que queda libre.

El dibujo expresa esa dificultad de trasladar imágenes rectas a elementos orgánicos.

Me planteé que si un pincel (orgánico) embadurnado de líquido viscoso propicia formas orgánicas, dibujar con un programa digital, con el ratón, líneas rectas y del mismo grosor, potenciaría la idea de creación maquinal. Pensé en representar la ciudad así. Un paisaje urbano construido con elementos fríos. En el trayecto se quedarían a vivir un tiempo en el bosque, en las formas orgánicas. Hay un pequeño relato en el que el personaje quiere geometrizar la naturaleza y finalmente se pregunta si geometrizarse a sí mismo, en una situación delirante de soledad. Es el fracaso de la vida en la naturaleza, representado en películas como: Hacia rutas salvajes de Sean Penn.
Hay otro texto en que unos notarios se convierten en poetas y abandonan la ciudad (imágenes geométricas), acaban suicidándose rodeados de árboles y ríos (formas orgánicas).

Los textos funcionan por acumulación. Como los cut-ups de Burroughs extraes frases sueltas dotándolas de un nuevo significado.

Mi punto de partida es siempre minimalista, me fuerzo a comenzar con una idea, llenando cuadernos con solo líneas, por ejemplo. Me autolimito porque tengo la esperanza de ser muy específico, pero van apareciendo cuestiones “fundamentales” a las que no puedo renunciar y que, casualidad, son complementarias a lo que estoy investigando. El caos llega. Finalmente, no tengo más remedio que emplear energía en encontrar sistemas que permitan conectar todas las cosas que me interesan, y recoger las partes en un todo. Y justificar que “Caos=Orden”.
El azar me sirve para encontrar elementos que propician nuevas relaciones, me siento contento cuando me sorprende un resultado, intento dotar de sentido esos hallazgos, siempre hay verdades en estas conexiones. En el mundo real hay multitud relaciones casuales que funcionan perfectamente y otras que simplemente son porque son y están porque están.
El copiar-cortar-recortar-pegar es un recurso que utilizo en los vídeos y la música:

 

La sorpresa me encanta pero no quiero que el azar sea el protagonista absoluto. Me gustan mucho las fases de recomposición intuitiva y reflexiva. Pero efectivamente, al final, los momentos barrocos son inevitables. Ese es otro de los viajes de mi libro, de la nada a la acumulación y, tras un sentimiento de culpa, vuelta al vacío.

En estos textos mezclas sin complejos la alta cultura con expresiones de lo cotidiano.

En principio el libro puede parecer muy hermético, alejado de la cultura popular, pero lo popular siempre está ahí.
Mi problema es con lo convencional. Lo que creo es que nos han impuesto unos esquemas de productos culturales muy consumibles, sin dar opción a que el lector o usuario se esfuerce. Este libro simula una realidad cotidiana compleja pero incompleta, como una conversación de un grupo de gente, hablando de varios temas, donde hay confusión, equívocos y una tele de fondo que interfiere indirectamente. Situaciones así son bastante típicas y todos las asumimos aunque no tengan un esquema lógico y ordenado. Es verdad que en darle interés a lo fragmentado está el reto.
En Persecución hay referencias al arte o al cine, también una visión crítica de la publicidad o la televisión. Quería presentar contrastes: contraponer diálogos superficiales y frases presuntuosas, sobrecargadas de contenido. Hacer un juego de tensiones, contradiciéndome, o manifestando falta de certezas, desafiando las convenciones culturales.
Muchas veces llego a temas cotidianos desde lo formal, a través de fotos. No nos podemos escapar de la cultura popular, para bien o para mal.
Hace años partía directamente de imágenes populares (no digitales), pero en un momento dado tomé la decisión de comenzar desde cero, con el punto y la línea e ir llegando a composiciones sobrecargadas, con elementos prestados y recodificados.

 

La sorpresa me encanta pero no quiero que el azar sea el protagonista absoluto. Me gustan mucho las fases de recomposición intuitiva y reflexiva

 

En el libro se trasluce el proceso de creación convirtiéndose en un protagonista más.

Se me haría imposible no mostrar el proceso dentro del propio libro. De hecho, para mi es muy importante una herramienta como instagram (instagram.com/vaquero_mata) que voy actualizando casi diariamente y me permite seleccionar y categorizar el material. Digo instagram, pero he utilizado: pinterest, tumblr, etc.
Introduzco en el libro algún elemento explicativo de la propia experiencia procesual porque me parece pertinente, más importante que cerrar detalles de la trama. Me atraen más las obras que dejan entrever su estructura o explican las razones de su existencia, que las que están perfectamente pulidas y se consumen casi sin darse cuenta.
En el libro Bouvard y Pécuchet de Gustave Flaubert, dos personajes intentan poner en marcha multitud de proyectos que acaban fracasando. Ese espíritu de creación me gustaba. Entre lo “no práctico”, contrario a este momento neoliberal que vivimos, pero lejos del “ocio contemporáneo” al que la falta pasión y reflexión.
Estoy convencido que lo inacabado siempre ofrece mucho más que aquello que está perfectamente empaquetado. A veces me emociono con cosas que está en proceso. Pensar que nunca más se verá así, me produce una especie de sensación de pérdida.

El proceso del libro se ha extendido a lo largo de cinco años. ¿Puede la obra convertirse en obsesión?

Creo que tengo más de 50 pdfs del libro, versiones completamente diferentes. Más de 750 publicaciones en Instagram y 230 “vídeoclips” que tienen que ver directa o indirectamente con el proceso del libro. He participado en una exposición colectiva con dibujos realizados paralelamente a la creación del libro, y de los que también he echado mano para alguna parte. Vamos, que algo de obsesivo tiene. O quizá, es simplemente que las energías se canalizan hacia un objetivo concreto y en él cabe muchísimo y variado material. Y entiendo que a casi todo el mundo le ocurre algo parecido.

 

El libro huye de la linealidad.

La linealidad se rompe intencionadamente de manera constante, hay interrupciones, insertos, restos… Es claramente una obra discontinua. Los diferentes relatos cortos tienen conexiones pero no mantienen un hilo temporal ni espacial. Paradójicamente, yo defiendo que el resultado final sí retrata la realidad, aún en las partes más abstractas. En el libro, el hilo argumental se desvanece por momentos y desaparece. Como en la vida…
La idea es que el receptor se reposicione ante lo que ve.
Hay varias líneas de contenido paralelas (dibujo, diálogo, relato corto) que en ocasiones coinciden. Es como si fueran a otra velocidad, o estuvieran en diferente espacio o tiempo.
La incorporación de fotos hace que cambie el nivel de iconicidad y se quiebre el tono visual. Otra vez se trata de llevar parte de mi práctica procesual diaria a la propia obra final.
Cuando nombro una película, la añado a la trama del libro. Lo veo casi como un giro que pone en cuestión o refuerza otras partes del libro. De la misma manera que cuando vemos una película estamos viendo muchas. Incluso podemos llegar a conectar la trama de la película con la trama de nuestra vida (siempre menos emocionante).
Por eso entiendo que si no trato la narración de una manera clásica (presentación-nudo-desenlace), gano en poesía (sin hacer poesía). El montaje de las viñetas y demás elementos hacen más confuso o incomprensible, si quieres, el contenido general, pero más rico y sugerente, por lo menos eso pretendo. Y aquí es donde enlazo con la idea de que nuestra realidad está repleta de infinitos momentos abstractos y sugestivos. Me gusta detenerme en descripciones. Hacer el ejercicio de descomponer la ciudad, analizarla, para entenderla mejor. La belleza de los trozos imperfectos, o encontrar imágenes dentro de imágenes, orden dentro del caos.

¿Cómo ha sido el proceso de creación de “Persecución”?

Ha tenido muchos momentos de crisis, algo propio y necesario de los procesos creativos. El libro ha muerto varias veces, ha revivido, se ha transformado en otras cosas y ha sido versioneado por mi mismo. Ha supuesto un viaje en el que he aprendido mucho, como sucede también en la narración que se cuenta en el propio libro.
Trabajar con dispositivos diferentes sobre las mismas cuestiones facilitaba que las crisis se olvidaran y más tarde se solucionaran solas. El ejercicio regular de crear un mini-vídeo en una sola sesión, desengrasa, hacer un tema musical es siempre divertido. Al final te das cuenta que algo que has hecho por puro disfrute tiene mucho aprovechable.

 

Edita Belleza Infinita. ¿Cómo ha sido el trabajo con la editorial?

La función del editor ha sido de intermediación proactiva. Es una editorial independiente pero tiene una larga trayectoria, cuenta con experiencia y por tanto, las claves para no perder el foco de los objetivos importantes. Además, Garikoitz ha ido distinguiéndose poco a poco de las demás editoriales, quiere que los libros terminen teniendo sentido en sí mismos, y puede parecer una excusa para venderlos caros, pero busca lo contrario, intenta que los precios sean asequibles.
Es que hay muchas cuestiones en la labor editorial. La parte de producción, distribución y venta… que yo ni me he planteado nunca, son tareas fundamentales y muy difíciles de realizar bien. Con los zines me quedaba en las primeras fases, comenzaban en lo creativo, terminaban en la impresión.
Llevo mucho tiempo hablando con Gari, de los aspectos técnicos, cuestiones que también llegan a influir en lo creativo, y por supuesto del contenido. Me iba enseñando ejemplos de libros muy peculiares. Le hemos dado vueltas y vueltas. Fíjate, que yo hice muchas versiones en estos 5 años, y ya cuando pensaba que era la definitiva, comenzó el verdadero feedback de mejoras. Ha sido intenso pero constructivo y positivo. Ha quedado mucho mejor de lo que hubiera hecho yo solo.
Me he sentido libre en todo el proceso pero con cierta responsabilidad. Hemos querido hacer algo diferente pero no raro por raro. Ya casi es imposible poder llevar a cabo proyectos en los que no se antepone lo productivo. Es verdad que ahora entro en el mercado ya que mi libro estará muchas librerías y me encanta la idea de que esté accesible a todos sin que nadie me lo haya pedido.

 

Ha tenido muchos momentos de crisis, algo propio y necesario de los procesos creativos. El libro ha muerto varias veces, ha revivido, se ha transformado en otras cosas y ha sido versioneado por mi mismo

 

Después de la experiencia, ¿volverás al mundo del cómic?

Ja, ja… nunca he llegado al cómic del todo. Esto es dibujo y texto. Seguiré realizando zines híbridos con narraciones discontínuas.

¿Proyectos?

Seguro que lo próximo que haga tiene que ver con la búsqueda de la relación difusa que existe entre lo abstracto, lo narrativo y lo geométrico. Qué hay de abstracto en lo figurativo y al revés. Estudiar por qué son tan interesantes esos espacios de intersección. Estoy haciendo dibujos basados en las notaciones musicales, intentando establecer conexiones entre la música que hago y los dibujos, formalizar y conceptualizar esas relaciones, y siempre, desde un punto de vista no académico musical, pues no tengo ni idea de solfeo, ni armonía…
Son temas que también aparecen en Persecución, pero me gustaría desarrollar más.