Willow no ha tenido un buen día en el cole, que se añade a la mala temporada que está viviendo por la ausencia de su madre. Encima al llegar a casa discute con su hermana mayor y se escapa al bosque cercano a casa, donde siempre encuentra paz. En está ocasión se cruzará con Pilú, una niña con pelo de hojas verdes que parece perdida. Ayudándola a volver a su casa Willow va a enfrentarse a unos monstruos inesperados.
Con una estructura muy tradicional, y con el consabido drama personal como punto de partida teje una historia sencilla pero que le sirve de maravilla a la californiana Mai K. Nguyen para presentar los temas que le interesan. Primero el amor y respeto por la naturaleza, con los detalles con los que describe las flores y demás vegetación del bosque, que es una pasión de Willow heredada de los intereses científicos de su padre, pero sobre todo en la personalización de la naturaleza en ese espíritu adorable que es el personaje de Pilú. Y segundo y más importante la gestión de las emociones y las preocupaciones de los más jóvenes, un tema que también personifica en unos monstruos a los que Willow tendrá que enfrentarse con la ayuda de Pilú en su aventura del bosque.
Y lo hace con un dibujo muy kawaii y tierno, que destaca la naturaleza, que despide ternura por los cuatro costados, incluso redondeando los bordes de la viñeta en ocasiones y con un uso del color muy acorde. Hace que este cuento sobre las emociones y la naturaleza funcione como un reloj, y toque la fibra del lector de cualquier edad. Con unos personajes cercanos y mágicos con los que es imposible no empatizar Nguyen consigue en su primera novela gráfica una historia llena de ternura de esas que en su simplicidad dejan marca en el lector.