Esta recopilación de tres historias largas de Charles Burns (1955, Washington DC, E.E.U.U.) ha tenido varias ediciones en nuestro país y cada una se ha editado sucesivamente en un formato mayor que la anterior. La primera fue en rústica en 2005, la segunda en cartoné en 2011, y ahora llega esta del 2024 a gran tamaño en rústica y en una edición remasterizada. Además, la historia central, Burn Again, ya fue publicada como cómic unitario en formato grapa en la colección Brut Comix en 1995. El compromiso de la editorial La Cúpula con la obra de Burns es sólido y viene de lejos.
Son tres historias publicadas por primera vez en formato de tira diaria entre 1988 y 1991. No hay continuidad entre ellas, pero sí que están ambientadas en un mismo “mundo cruel y despiadado”. En ellas, Burns consigue ligar el cómic de género negro y de terror, con el cómic underground.
¿Qué sucedería si el clásico buen chico americano tuviese un corazón de perro? Es la premisa de la que parte la historieta de 20 páginas titulada Días de perro. Desde luego, no puede llevar una vida normal, sino que su instinto y necesidades caninas se impondrán a su parte humana. Burns muestra el rechazo social hacia los que son diferentes. El protagonista sólo ansía una vida normal con trabajo y novia. “Soy un tipo corriente que vive en una casa corriente”, se reivindica Dog Boy. Pero hay un desenlace feliz cuando sus habilidades caninas le sirven para triunfar en el cortejo de una chica. En esta historieta se hace patente la revisión personal del género de terror que hace Burns. Tenemos al mad doctor que le trasplanta el corazón al protagonista, a esa especie de licántropo adiestrado que es el propio Dog Boy o a esa peculiar femme fatale a la que corteja y que se llama Rondy.
En Dorado a fuego, la historia más larga, con 36 páginas, trata de cómo un falso predicador se hace de oro engañando a los crédulos con supuestos milagros. Bliss Blister hace lo que ya le enseñó a hacer su padre: jugar con las necesidades de la gente y con su ingenuidad para lucrarse con ellas. A Bliss Blister le va muy bien, estupendamente. Eso no impide que su padre y su novia le pongan los cuernos y se los cargue a sangre fría. Entonces Dios, el de verdad, recurre a él para anunciar el Apocalipsis y crear una especie de Arca de Noé. Dicho Dios parece actuar más como un Demonio colérico que como un ser lleno de bondad. Pero si el Dios que se le aparece a Blister es todopoderoso, además de tener muy mala leche, el establishment americano lo es mucho más. Todo acabará como el rosario de la aurora, entre muchas toneladas de bombas; que es cómo los EUA tienen tendencia a solucionar la disparidad de pareceres. Bliss es la versión Burns de estos megalómanos que buscan imponer su voluntad al mundo como si fuesen émulos de Fu Manchú.
En las 13 páginas de Un matrimonio infernal, Burns da rienda suelta a su argumento más extravagante y malsano que supone una crítica demoledora del matrimonio tradicional. Estamos en el ámbito de las historias románticas, pero Burns lo convierte en el tropo narrativo de la princesa secuestrada por un ogro; aunque ambos sean marido y mujer. Los papeles se intercambian: la hacendosa esposa está ávida de placer carnal y el ogro está discapacitado debido a las heridas sufridas en el campo de batalla del Pacífico. Burns difumina la línea temática que va del cómic de género romántico al de terror o underground.
En Un matrimonio infernal aparece, visto de manera retrospectiva con la mirada actual, lo trans. Está mostrado como engaño, maldición y condena; esto es, marcándolo como algo inequívocamente negativo. Como se puede ver, hay mucha distancia a cómo hoy en día el cómic representa a lo trans ya que está mucho más abierto a normalizarlo y verlo como un elemento positivo.
Las tres historias de Deep Skin tocan diferentes teclas. En la primera hay un punto de humor, en la segunda el lector tendrá resquemor ante tanta depravación y la tercera es la plasmación de la imposibilidad de la felicidad o de que ésta se debe buscar fuera de lo normativo. Por lo que se refiere al estilo gráfico estamos en un punto medio entre la marcada geometrización de los cuerpos de El Borbah y el realismo relamido de su última serie Laberintos. Burns es un dibujante seducido por el lado oscuro de lo humano, incluso gráficamente sus personajes tienen rasgos que los marcan como monstruos contemporáneos; en lo que es una clara influencia de Chester Gould y su elenco de personajes malvados de Dick Tracy.