Existe un tipo de novela gráfica que con el tiempo parece haber adquirido el status de subgénero. Se podría llamar algo así como novela gráfica auto-expiatoria.
Normalmente se trata de un relato en primera persona donde el autor expone sin tapujos y con detalles los avatares de su infancia o juventud. Como todos sabemos parte del devenir de la psicología del individuo se forma y se cimenta durante esos años, así que de alguna manera el autor nos viene a decir ‘oiga mire cual fue mi pasado y entienda porqué soy así’.
Dentro de este subgénero hay varias grados de expiación, la que se vehícula mediante un relato de tintes dramáticos y la que al contrario utiliza la desmesurada exageración y un tono más bien jocoso sin dejar de arremeter algún que otro golpe emocional al lector cuando menos se los espera.
Dentro del primer grupo caben cómics como el empalagoso ‘Blankets’ de Craig Thompson, o el pretencioso ‘Fun Home’ de Alison Bechdel (por citar sólo un par) y también el que nos ocupa ‘Stitches’ de David Small.
Autor con largo recorrido en el mundo de los libros de ilustración infantil Small ha decidido estrenarse en el territorio de los cómics para mas creciditos con una obra confesional de un dramatismo desmesurado.
Un trabajo que viene precedido con todas las grandes expectativas que generan las fajillas que revisten al libro y que subrayan la cantidad de premios y aplausos que ha recibido en su.
El caso es que la crítica especializada, al menos la de aquí, se ha apresurado a desmantelar todas esas entusiastas reacciones con malas y punitivas críticas. Que si no descubre la sopa de ajo, que si es predecible en todo su planteamiento, que si la línea argumental está resobada, que si los personajes son lineales y simplones.
Un abucheo en toda regla por meterse en un terreno abonado por trabajos de reconocida magnitud como los de David B. (‘La Ascension del gran mal’, Sins Entido) o la anteriormente citada Alison Bechdel.
Lo curioso del caso es que en lo que se refiere a términos formales ‘Stiches’ sigue la pauta establecida y cumple a raja tabla con el cánon: la enfermedad, el aislamiento, la inadaptación, la familia y la incomprensión..algunos de los axiomas que suelen definir lo que hemos denominado novela gráfica auto-expiatoria aparecen claramente expuestos en la obra. Pero en la práxis algo no acaba de funcionar y predomina una sensación de ‘intento fallido’.
Estamos de acuerdo en que no se trata de ningún prodigio y también estamos de acuerdo en que el dramatismo exhacerbado de la historia ha desvirtuado bastante el resultado, pero desde mi punto de vista hay algunos aspectos que merecen ser subrayados para bien. Como por ejemplo el dibujo; tras la aparente simplicidad y el trazo descuidado se encierra una notable cualidad para sintetizar paisajes, gestos y expresiones de forma más que notable. El hecho de provenir del mundo de la ilustración infantil ha dotado a Small de una narrativa muy ‘ligera’ sin complicaciones y lejos de parecerme un inconveniente creo que se trata justamente de uno de los hallazgos más destacables. Muchos de sus dibujos son capaces de transmitir estados de ánimo y lo que es más complejo atmósferas. Falla el contrapunto argumental y la dosificación en las entregas de drama: en muchos casos se le va la mano con el mal rollo y el tono pasa de la autobiografía a la autocondescendencia.
Al margen de cualquier juicio crítico ‘Stiches’ agradará al lector menos familiarizado con el cómic, porqué de hecho es un libro muy accesible, cualidad que en cualquier caso debe reconocerse más que utilizarse como argumento para una crítica feroz.