Bueno, en primer lugar, he de dejar claro un par de cositas:
1.Soy un fan de Max
2.No suelo opinar sobre concesiones de premios en salones de comic.
¿Queda clarinete? Pues vamos a lo que vamos…
Lo que tenemos, aquí, señores míos, es una prueba más que demuestra que el comic puede ser arte. No me refiero a ese arte “bonito” artísticamente hablando, pero vacío de contenido…no señor, no. Aquí estamos hablando de arte hecho con las tripas, un arte que combina una estética y luminosidad inmejorables con la capacidad de dar patadas en el cerebro de los lectores.
Bardín podría pasar por el típico inadaptado que aún vive con sus padres, y que tiene el cerebro algo hecho polvo por los homenajes que se dio en los recitales de Canet de Mar. Sin embargo, este personaje, crecido en la genial saga NSLM (“Nosotros Somos los Muertos”) y testimonio de los últimos estertores de “El Víbora” (sniff!!!!!), consigue demostrarnos en primera persona un hecho incontestable: el termino “surrealista”, tal y como lo concebimos, no es más que una paja mental. Aquí estamos delante de un caso claro, no ya de superrealismo, sino de suprarrealismo puro y duro, un realismo que nada tiene que ver con los prefijos súper, sub, o hiper
Y es que parece que las historias que nos regala Max en este trabajo no tiene relación ninguna entre si; sin embargo, nada más lejos de la realidad, como se nos demuestra al final del volumen.
“Hechos, dichos, ocurrencias y andanzas de Bardín el Superrealista” nos ofrece un relato desgarrador de la lucha interna que todos tenemos (o deberíamos tener), entre los diferentes “yo” que conforman nuestra personalidad; nuestros miedos y anhelos, nuestras alegrías y frustraciones…
Nadie como Bardín para demostrarnos que la tertulia aburrida y progre barata de los bares con ambientador a base de “Magno”, es compatible con las épicas de horror más wagnerianas que vuestras neuronas puedan fabricar y con la crítica social más ácida e inteligente.
Personalmente enmarcaría algunas viñetas de este comic y las pondría en cualquier exposición sobre Buñuel, ya que parte de esta obra homenajea al genial artista. Lo que no enmarcaría nunca son las “pesadillas”, que asolan a Bardín, que se van intercalando entre las diferentes historias (el caballo cadavérico me acojona de verdad).
En fin, no puedo dejar de ver a este “personajito” de una manera entrañable…parece que su titánica lucha con lo cotidiano no le deja llevar una vida normal, tener relaciones normales…o incluso tener masturbaciones normales.
Leedlo, disfrutadlo, de verdad, os haréis un favor.