El último cómic de Howard Chaykin (Newark, 1950) es un tebeo que, a simple vista, no parece suyo. Para empezar, aquí ¡cada personaje es plenamente identificable!, algo que no pasaba ni en La sombra, ni en American Flagg, ni en Blachawk, ni tampoco en Black Kiss, por centrarnos en los títulos más populares, cuyos respectivos protagonistas eran siempre el mismo, indistinguibles físicamente, intercambiables de uno a otro. Estéticamente, además, tiene un acabado torpe y discreto en líneas generales (algo muy llamativo en cuestiones como el movimiento o la anatomía), con fondos, tramas y colores digitales que desalientan un tanto la lectura.

Y pese a todo ello, Hey Kids! Comics! se disfruta de principio a fin. El mérito, obviamente, radica en un guion divertido, dinámico e incisivo, que recupera, salvando las distancias temáticas, al mejor Chaykin escritor, el que firmó, por ejemplo, Los Estados Divididos de Histeria o, mucho más atrás, Twilight, otra historia larga que manejaba con habilidad un elenco numeroso y que jugaba con diversos escenarios geográficos y temporales. Ahora, sin embargo, está hablando de cuestiones mucho más reales y persigue unos objetivos bastante más personales.

Hey Kids! Comics! es un repaso rápido por algunos de los momentos clave de la historia del comic book estadounidense desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta, más o menos, la actualidad. A base de recuperar anécdotas y chascarrillos y de hacer memoria, Chaykin ha  conseguido retratar, con sus muchos defectos y sus pocas virtudes, a los grandes nombres de la industria, toda una patulea de cínicos, descreídos y ególatras que consiguieron erigir uno de los mayores medios de masas del siglo XX.