El pasado mes de marzo fue especialmente destacable en Ediciones La Cúpula por varias razones. Una de ellas fue el hecho de que todas las novedades del mes estuvieran firmadas por mujeres, algo que por suerte cada vez es menos noticiable, pero que, en un mes dominado por las movilizaciones del 8 de marzo, tenía un simbolismo ciertamente especial.
La otra era la aparición en el mismo mes de dos títulos cuyas autoras habían coincidido anteriormente en Voltio, la revista de la misma editorial que agrupó durante tres intensos números a un buen grupo de autores y autoras más o menos primerizos. Uno de esos títulos era Carne de Cañón, de Aroha Travé. El otro es el cómic que nos ocupa hoy, Dos monedas, de Núria Tamarit (Vila-real, 1993). Dos obras completamente distintas en fondo y forma, pero que confirman la calidad de aquella revista y de sus autoras.
Dos monedas nos cuenta la historia de Mar, una adolescente que viaja a Senegal con su madre, una cooperante que lidera la construcción de una biblioteca y una emisora de radio en la región. Con 17 años y acostumbrada a las comodidades de su propio mundo, Mar deberá aprender a lidiar con nuevas costumbres, con una forma muy distinta de ver la vida y con sus propios prejuicios.
A través del día a día de la comunidad a la que entra a formar parte, de las charlas que mantiene con sus habitantes y de las relaciones que va entablando con ellos vemos cómo la protagonista empieza a cuestionarse las ideas preconcebidas que tenía sobre África.
A grandes rasgos la sinopsis de Dos monedas no parece muy diferente a la de las múltiples obras que ilustran el previsible choque entre viajeros de países con culturas muy distintas. No obstante, Tamarit juega bien las cartas de las que dispone para acabar ofreciendo una obra muy interesante.
Por un lado, la autora pone el punto de vista en una protagonista adolescente, que apenas empieza a comprender su propio entorno y que, de golpe, se ve empujada a un mundo que le es totalmente ajeno. Esta elección del personaje principal permite a la autora jugar con necesidades vitales tan triviales como la búsqueda constante de cobertura para el móvil o la imposibilidad de ver Netflix, “problemas del primer mundo” que funcionan perfectamente a la hora de comprobar la evolución de la protagonista en su nuevo entorno. Mar no es más que una niña, a la que claramente este nuevo mundo le es mucho más extraño que a su madre, mucho más experimentada en el terreno, o al resto de cooperantes acostumbrados a este tipo de viajes. No es que esta sea la primera vez de Mar en África, es que es la primera vez de Mar en muchas otras cosas.
A través de sus ojos somos testigos de mensajes muy reveladores sobre la realidad africana y sobre la imagen que tenemos de ella desde esto que nosotros mismos hemos ido a llamar “primer mundo”.
Y la verdad es que, gracias al dibujo de Tamarit, lo que ven los ojos de Mar es realmente bonito. Es imposible abrir Dos monedas y no quedarse embobado en alguna de sus páginas. Su estilo de dibujo encuentra en la cultura senegalesa, una modelo inmejorable. La autora se recrea en sus cielos, sus habitantes y en los preciosos dibujos de vivos colores impresos en sus telas. La línea clara y unos colores vibrantes hacen que el dibujo sea sin duda el punto fuerte de Dos monedas.
El choque de culturas entre diferentes regiones es una fuente inagotable de historias (si no que se lo digan a Guy Delisle y sus crónicas por todo el mundo). Por suerte, Núria Tamarit se las ingenia para librarse de lo ya visto y factura un cómic con una aproximación al tema muy particular, con un estilo y una voz propios que nos invitan a no despegarnos del tomo. Por el camino nos llevaremos algunas reflexiones que tal vez todos debamos hacernos sobre nuestra manera de ver las cosas y nuestro papel como habitantes del mundo.
Edición como siempre impecable de La Cúpula en un bonito tomo de tapa dura con un precio muy ajustado. El cómic ha sido editado también en catalán por Andana Editorial, con unas características prácticamente idénticas.
Dos monedas ganó el primer Premi València de Novel·la Gràfica, que permitió a la autora desarrollar el proyecto tras presentarlo a concurso. Si revistas como Voltio, fanzines y autoediciones sirven para que los autores y autoras encuentren una voz propia con la que sentirse a gusto, premios como este sirven para empujar proyectos largos en los que puedan desarrollar todo su potencial. Ambos, revistas que creen cantera y premios que impulsen ese joven talento, son indispensables para que poco a poco autores con mucho que contar como Núria Tamarit vayan encontrando su sitio.
Ahora que ya está en nuestras manos, Dos monedas es una obra muy recomendable para ampliar miras y horizontes. Un vistazo a la realidad africana y un pequeño viaje por nuestros propios prejuicios que merece la pena emprender.