¿Qué es lo que pasa por la cabeza de un depredador sexual? Hay innumerables ejemplos de obras literarias y audiovisuales que intentan meterse en la piel y la cabeza de violadores y asesinos. Sin ir más lejos, series recientes como Mindhunter o películas como la última encarnación cinematográfica del Joker intentan, de forma más o menos afortunada, entrar en la mente de asesinos y villanos. Ponerse en la piel de quien rompe cualquier tipo de norma moral para perpetrar un acto tan repugnante no es siempre sencillo ni cómodo, ni para el autor ni para el espectador o lector. Bezimena es una de esas obras.

La historia de Bezimena nos pone en la piel de Benny, un chico de buena familia que desde la infancia demuestra una pulsión incontrolable hacia las mujeres. Incapaz de vivir en sociedad, Benny pasa la infancia recluido, reprimiendo un impulso que poco a poco crece dentro de él. Benny crece en las sombras, acechando a las mujeres que le rodean. Hasta que un día, empieza su caza.

Nina Bunjevac (Welland, Canadá, 1973) crea en Bezimena una historia de aire onírico, temáticamente dura, incluso descorazonadora, que nos “engaña” con una factura gráfica impecable que nos lleva de la mano -nos empuja, mejor dicho- por una historia inevitablemente cruda. Cruda porque sabemos que lo que estamos leyendo no es simple ficción: ocurre todos los días, más cerca de lo que nos gustaría.

A nivel formal, el cómic sigue una estructura similar a la del cuento ilustrado. A un lado -generalmente, aunque con excepciones, en la página izquierda-, una voz nos va contando la historia. En la página opuesta, Bunjevac dispone las bellísimas, perturbadoras y explícitas ilustraciones que dibujan los distintos pasajes de una historia que nos mantiene constantemente en vilo.

Esta estructura de texto e imagen contrapuestos se rompe en determinados momentos en los que la autora comprime o descomprime la narración ofreciendo páginas dobles sin texto, ilustraciones únicas a doble página -como si la acción se volviera panorámica- o intercalando otros recursos como páginas totalmente en negro que ayudan a pausar la acción. Un dominio envidiable de los tiempos y el ritmo por parte de Bunjevac, que nos lleva a recorrer las 224 páginas de la obra en un suspiro.

Una lectura que podría ser rápida, pero que se alarga irremediablemente por el dominio del dibujo de la autora. Y es que Bunjevac es una dibujante de otro planeta, como ya demostró en su anterior obra Patria (Turner, 2015). Las ilustraciones de a página son de estilo puntillista, lleno de líneas, sombras, claroscuros y un estilo de composición que emparenta la obra con el cine expresionista o el surrealismo de Man Ray. El libro no escatima en metáforas visuales y simbolismos que crean un ambiente onírico y enrarecido por el que discurre la historia.

Un relato extrañamente mágico y crudo, que descubre nuevos matices en sucesivas relecturas. Porque Bezimena es una de esas obras a las que se saca todo el jugo leyéndolas más de una vez, explorando la historia y revisando los elementos que configuran cada uno de los escenarios que visitamos y los personajes que vamos conociendo.

Estamos ante una obra de temática dura, que se mete en un terreno muy difícil del que salir airosa, y sin embargo lo consigue. El ejercicio de narrar la historia de un acosador sexual desde su punto de vista es arriesgado, pero funciona gracias a una historia que dosifica la información y juega bien sus cartas hasta el final.

Mención aparte merece el epílogo, un texto de apenas cuatro páginas en las que la autora aporta datos que dan un nuevo significado a lo que uno acaba de leer y que, en cierta manera, es necesario para acabar de entender la obra. O tal vez para empezar a hacerlo.

Bezimena es uno de esos cómics que invita a largas discusiones, que pone temas peliagudos encima de la mesa, que es capaz de tocar teclas sensibles en lectoras y lectores.

La edición de Reservoir Books está a la altura de la obra. Tapa dura, páginas de buen gramaje y un tamaño perfecto para admirar el arte de la autora. Uno de esos cómics objeto que se saca a menudo de la estantería de la biblioteca para revisitarlo y que seguro que terminaremos viendo en más de una lista de lo mejor del año.