¿Recordáis Grand Design? Podíamos entender esa línea editorial como reducto de creatividad dentro de una fábrica de cosas en serie, o como la rareza de la Casa de las Ideas (porque tener ideas sería, entonces, seguir una senda marcada por agentes externos al creador directo, que es “un raro”… pero bueno, no bajemos a arenas que no tocan ahora). En todo caso quedaba claro, cuando Marvel Comics marcaba una forma de entender sus cómics con un subtítulo, que las rarezas en el universo de Spiderman, Patrulla X y Vengadores sería eso, las notas al margen. Y para algunos, los lugares a los que acudir para encontrar chicha interesante, más allá del frikismo ―inherente a cualquier lector de comics que se ha criado con Thor, Daredevil y demás fauna semi divina, como yo mismo.
Marvel Arts suena más rimbombante aún que lo de novela gráfica, así que pueden afilar cuchillos, pero la verdad es que es la luz que a algunas polillas nos atrae. Porque que el autor de una de las tiras de prensa más celebradas (Mutts) haya publicado a través del sello Marvel Arts de Abrams ComicArts una carta de amor al género a partir de una suerte de sampladelia gráfica solo puede ser, a priori, interesante. Patrick McDonnell (1956, New Jersey, E.E.U.U.) no busca recrear el espíritu de los materiales primigenios (lo que sí sucedía en la mencionada línea Gran Diseño), sino que usa directamente viñetas de Jack Kirby o Steve Ditko y los entrelaza con una historia/historieta personal. El resultado es un pastiche curioso, sensible (lo mejor de esta novela gráfica es la pasión de McDonnell, manifestada en una carta de amor-tebeo), filosófico (filosofía para dummies, eso sí) y sobre todo devocional hacia el arte de los primeros cómics de Los Vengadores, Spiderman o Los 4 Fantásticos, confesado germen del amor del autor por el cómic que le llevaría a ser creador de historietas a él mismo.
No sé si será esta una lectura que el tiempo se llevará como un viento rasante diseminando arena. Tiene en todo caso más de curiosidad de la que fácilmente podemos encariñarnos, que de obra con poso, gravedad y permanencia. Tampoco importa demasiado. Su mirada de emoji-corazón hacia esos originales es la de la añoranza de una capacidad de asombro que todos hemos tenido y, en cierto grado, que hemos perdido con el poso de los años. Leer Marvel arts. El viaje del superhéroe nos puede recordar aquellas sensaciones que tuvimos cuando, críos y crías, nos asombrábamos ante aquellas viñetas cargadas de acción y sentimientos bigger than life que era aquella primera Marvel.