No cabe duda de que, pese a no ser uno de los más prolíficos, Adrian Tomine es uno de los grandes autores del cómic estadounidense y uno de los más respetados internacionalmente gracias a una obra en la que la emotividad, el realismo y un comedido sentido del humor se combinan a la perfección. “Intrusos” (Sapristi, 16) es su nueva obra maestra y la constatación de que Tomine es un creador que trasciende más allá del mundo de la viñeta.
Ha pasado casi una década desde que el californiano afincado en Brooklyn Adrian Tomine publicó Shortcomings (2008, Reservoir Books), una obra que se mantenía dentro las coordenadas habituales de su creador, pero que bajaba levemente el listón con respecto a sus trabajos previos. Quizás por ello, mientras Tomine exprimía su trazo ágil ejerciendo de ilustrador para New Yorker durante todos estos años, no tuvimos otras noticias suyas más allá del humorístico e informal Escenas de un matrimonio inminente (2011; publicado en España por Sins Entido en 2012), en el que el estadounidense nos relataba las vicisitudes previas a su boda en la vida real, y la recopilación de ilustraciones y dibujos New York Drawings (2012).
En la medida de lo posible, Tomine optó por disfrutar de los primeros años de su matrimonio y el nacimiento de sus hijas, relegando su carrera en el mundo de la viñeta a un segundo plano. Como de costumbre, se tomaba su tiempo entre trabajo y trabajo. Ahora, cinco años después de aquel simpático cómic de reducido formato, Tomine vuelve con una obra maestra que hace justicia a lo mejor de si mismo. Porque Intrusos se sitúa sin dificultad entre lo mejor de su trayectoria gracias a seis historias que nos devuelven a un creador en estado de gracia que, sin aspavientos, experimenta con su dibujo y con su narrativa. Intrusos justifica sobradamente la reputación que Tomine se ganó gracias a clásicos como Rubia de verano (2002, La Cúpula).
Intrusos es un trabajo que nos propone sumergirnos en las relaciones humanas sin tapujos, y nos invita a descubrir lo peor y lo mejor de nosotros mismos en cada uno de los personajes. Gracias a los protagonistas de estas historias aprendemos un poco más sobre nuestros defectos y nuestras virtudes; somos espectadores de sus errores, de sus limitaciones, de sus decepciones y de las lecciones que les da la vida en pequeños chispazos de sus vidas. Los protagonistas de Tomine son pura humanidad, son amor y desamor, son aprecio y son envidia, son personas que creen conocerse y conocer a los demás, aunque eso no sea siempre cierto. Por eso, “Intrusos” es un viaje a través del mundo de la pareja, de la familia y del amor, con sus baches y sus pendientes, y sobre todo con un arrollador sentido del realismo que nos atrapa en sus garras a lo largo de estas ciento veintipocas páginas.
Durante el trayecto, Tomine juguetea y experimenta sutílmente con el color y con su dibujo, sin que la forma se interponga jamás entre nosotros y sus protagonistas. Las diferencias entre el tono de las historias, su colorido y su estilo se explica también en que, una vez más,
“Tengo el lujo de contar con un editor que me permite trabajar a mi propio ritmo”
Intrusos es una compilación de seis historias que Tomine publicó en el período 2011-2013 en su referencial cómic periódico Optic Nerve (números 12, 13 y 14, editados por Drawn & Quarterly), el mismo que le abrió las puertas del mundo profesional en los inicios de su carrera. Y lo cierto es que resulta un verdadero placer que el estadounidense se haya tomado su tiempo para redondear estas historias sin prisas y sin presiones. “En América ha existido una larga tradición de cómics publicados periódicamente de forma regular, y eso puede llevar en ocasiones a que se publiquen obras insustanciales o historias que hubieran ganado si se las hubiera dejado madurar. Yo tengo el lujo de contar con un editor que me permite trabajar a mi propio ritmo y me siento muy agradecido por ello”, nos comenta el autor.
En Una breve historia del arte conocido como ‘hortiescultura’, Tomine nos describe la obsesión de un hombre por crear una obras de arte florales que nadie parece entender; en Amber Sweet conoceremos a una chica cuya vida está marcada por el hecho de parecerse a una estrella del porno; en Go Owls nos adentraremos en la egoísta existencia de Dennis Barry y en su vida en pareja; mientras que en “Traducido del japonés” nos moveremos de imagen en imagen, sin ver a quien protagoniza una historia que nos habla precisamente sobre la ausencia.
Cuando uno entra en el mundo de Harold, el jardinero que se cree artista, o de Dennis Barry, descubre las sombras de la gente corriente y no puede dejar de pensar en lo reales que parecen esos personajes, en lo reales que parecen sus emociones. Es entonces cuando uno se pregunta si esa oscuridad forma también parte de la personalidad de Tomine. “Estoy seguro de que hay partes de mi personalidad en todos los personajes. Creo que la mejor forma de explicar la evolución de estos personajes es que, en un primer momento, pensé sobre ellos de una forma muy esquemática, solamente la acción o la idea alrededor de la que iba a girar la historia. A continuación les dejé ‘vivir’ en mi cabeza durante una larga temporada. No escribí el cómic justo en ese momento, sino que los tuve dando vueltas en mi cabeza hasta llegar al punto en el que supiera cómo esos personajes iban a contestar en cada situación”.
Tomine nos descubre cómo actúan sus personajes a través de sus trazos y de sus palabras, unos trazos con personalidad propia y unas palabras que recogen la tradición de los mejores escritores de relatos estadounidenses, situándolo en una posición privilegiada entre los guionistas de cómic actual capaces de trascender más allá del mundo de la viñeta. Leyendo a Tomine uno se empapa del espíritu de Raymond Carver, Carson McCullers, John Cheever y muchos otros nombres de referencia. “Es cierto. Creo que siempre he intentado aprender al mismo tiempo de los cómics que de los libros ‘corrientes’. Y la verdad es que ha habido más grandes obras en prosa a lo largo de los años de las que ha habido en el mundo del cómic”, apunta a modo de resumen.
“Definitivamente Tatsumi ha sido una influencia en mi trabajo, pero creo que ha sido más una inspiración para mí a nivel personal”
En España, “Intrusos” toma el nombre de la última de las seis historias del volumen (“Intruders”), en lugar de quedarse con el de quinta historia, que da título a la edición en lengua inglesa (“Killing And Dying”, traducida aquí como “Triunfo y tragedia”). Es la opción que están tomando las traducciones de todo el mundo, al resultar imposible mantener el significado original de “Killing And Dying” (referido a los chistes que funcionan –kill- o que no funcionan –die-). En todo caso, debemos apuntar que ambas historias merecen ser destacadas por diferentes motivos. “Triunfo y tragedia” porque posiblemente sea la más emotiva de las que forman parte de “Intrusos” y en la que los sentimientos se muestran de una forma más cercana, centrándose en la familia, en la confianza o en las palabras que no solemos decirnos. Nunca antes la familia había estado tan presente en la obra de Tomine. “Me convertí en padre de dos chiquillas (en estos momentos tienen uno y seis años de edad) mientras estaba trabajando en estas historias, así que estoy seguro de que eso tuvo un gran impacto en mi forma de escribirlas”.
Y en el caso de Intrusos, porque Tomine la dedica a uno de sus grandes referentes, el dibujante japonés Yoshihiro Tatsumi, fallecido en 2015 y padre del gekiga o manga realista. “Definitivamente Tatsumi ha sido una influencia en mi trabajo, pero creo que ha sido más una inspiración para mí a nivel personal. Le conocí un poco cuando estuvimos trabajando en las ediciones en inglés de sus obras y me quedé muy impresionado con su humildad y con dedicación a los cómics incluso en momentos en los que no se le apreciaba como merecía. Como todos los grandes dibujantes de cómics que he conocido, me llamó la atención conocer a alguien que sentía un impulso interno imparable para crear cómics, independientemente del reconocimiento o la recompensa que obtuviera por ello”, comenta Tomine, dando por concluída así nuestra entrevista