La Grieta de Carlos Spottorno y Guillermo Abril es una novela gráfica periodística que presenta un reportaje sobre uno de los temas más candentes de Europa, sus fronteras, un tema en el que llevan trabajando desde el 2013. Durante este tiempo han visitado muchos puntos claves en los límites de la Unión Europea para explicar la crisis de identidad que sufre el continente, incapaz de afrontar el problema de la inmigración y las crisis de los refugiados. Y tras muchos reportajes, portadas, un premio World Press Photo en 2015, miles de fotografías y notas, lo hacen con una obra que es tan interesante en el contenido como en el continente.
El contenido es impecable, presenta el trabajo de años y muchos viajes visitando lugares como la frontera de Melilla, la frontera que nos queda más cerca y que más sale en los medios; las operaciones de rescate en el Mediterráneo sur alrededor de Lampedusa en un buque del ejército italiano; el paso de refugiados por los Balcanes, donde las fronteras entre los países más pobres de la UE se han encontrado con un nuevo problema inesperado, o las maniobras militares que se hacen en la frontera Bielorrusa y los controles en la frontera ártica finlandesa o la de Kaliningrado que separa la UE de una Rusia que de nuevo se presenta como un rival geopolítico con intereses encontrados e intervenciones militares. Fronteras más lejanas a las que también llegan refugiados de otros conflictos todavía más lejanos, en busca de una nueva oportunidad en un continente que ha vendido una imagen de paz y progreso al mundo y que ahora parece incapaz de gestionar su propia identidad. Un problema que no tiene soluciones fáciles, y que los gobiernos intentan alejar de las prioridades de la opinión pública, dando pie a que los vendedores de humo y soluciones milagrosas y ombliguistas estén ganando adeptos, nunca la vía del populismo reaccionario ha servido para solucionar cosas y sin embargo eso no impide de nuevo su resurgimiento. Por eso son importantes reportajes como La Grieta, donde Spottorno y Abril ponen el foco en el punto exacto donde ocurren las cosas, y lo hacen siendo lo más imparcial que puede ser un periodista que presenta hechos, dando los diferentes puntos de vista, desde los soldados y empleados encargados de vigilar las fronteras y gestionar a los refugiados, las acciones que llevan a cabo las ONG, y naturalmente la de los inmigrantes y refugiados que llegan a las puertas de Europa, el verdadero drama lejos de los políticos y sus declaraciones.
Una visión amplia del tema, con muchos escenarios y puntos de vista que logran sintetizar y centrar perfectamente utilizando los recursos del cómic, pero sin dibujo, y he aquí la sorpresa del continente. Para poder presentar los hechos usan solo las fotografías que Spottorno ha ido captando en sus viajes y con ella construyen una excelente narración usando los recursos de la novela gráfica. Las fotos son filtradas para que el aspecto se aproxime más al de un cómic pero ninguna de ella ha sido manipulada más allá de ese filtro, un hecho fundamental desde el punto periodístico que intentan recalcar. A partir de ahí utilizan de forma perfecta los recursos del cómic para hacer una historia que se lee con interés, donde han asimilado perfectamente el trabajo de los referentes del cómic periodístico como Joe Sacco (Gorazde, Palestina), o Emmanuel Guibert (El fotógrafo).
Una de las frases promocionales es que es un relato no basado en hechos reales, sino que son hechos reales, reafirmando el uso de la fotografía como realidad documental, quizás como contraposición al dibujo, que al fin y al cabo es una representación personal de lo que el artista observa. Eso quizás crea una diferencia con otros tebeos periodísticos, donde el dibujo es otra herramienta de subjetivización de la historia. Pero aún así, y aún tratándose de fotografías, la selección de las mismas, los encuadres, la disposición en las páginas ya son una elección subjetiva e intencionada y junto a los textos forman parte de la interpretación que quieren dar los autores a los lectores. Los autores son los que crean una visión determinada en torno a la realidad de los hechos al narrarlos de una forma y no otra. Y no puede ser de otra manera, teniendo esto en cuenta lo han hecho con una delicada pericia para mostrar el tema con una buscada neutralidad didáctica. Y lo consiguen con una nueva fórmula, que aunque tiene precedentes está muy lejos de las fotonovelas de los años 80, el filtro de la novela gráfica ha dado pie una nueva vía narrativa. l
Es un relato no basado en hechos reales, sino que son hechos reales, reafirmando el uso de la fotografía como realidad documental
Una magna novela gráfica, necesaria para que muchos lectores puedan formarse una opinión mucho más informada sobre los problemas que afrontamos como comunidad, y poder debatir con sentido común y bases alejadas de radicalismos y demagogias. Importante además para mostrar nuevas vías de la novela gráfica y para el periodismo lento, muy necesario en tiempos donde el titular rápido y el trending topic en las redes son el plato principal. En la necesidad de una alternativa a la velocidad de la actualidad el periodismo debe encontrar nuevas fórmulas, y el cómic y la novela gráfica están presentando una de las mejores alternativas para un periodismo más lento y reflexivo, que poco a poco va presentando más ejemplos y esperemos acabe de consolidarse como un género importante. Tras Barcelona. Los vagabundos de la chatarra de Jorge Carrión y Sagar quizás la Grieta nos aproxime más a la posibilidad de tener una publicación periódica de cómic periodístico como la Revue Dessinée francesa.