En cada nuevo trabajo Rutu Modan (Tel Aviv, 1966) parece remontarse un poco más atrás en el tiempo para narrar siempre la búsqueda de algo que supuestamente será a la postre un hallazgo crucial, bien sea para un solo individuo (Metralla), para una familia (La propiedad) o para todo un pueblo (Túneles). Son una especie de viajes al pasado en los que lo más importante no es el objetivo final sino las personas que lo emprenden. Trayectos figurados, pues sus relatos son estrictamente contemporáneos, donde ella se va mostrando progresivamente más mordaz, crítica e incluso, por momentos, pesimista.
Túneles -editado antes en Israel por Keter Books que en el mercado anglosajón- es, de hecho, una comedia corrosiva desarrollada sobre el tapete del conflicto palestino-israelí, un tema que aborda de forma directa por primera vez ya que, según confiesa, hasta ahora no había sabido cómo hacerlo. No se basa, por lo tanto, en sus experiencias personales o en las de las gentes de su entorno, como venía siendo habitual, sino en una investigación nacida a partir de una idea propia a la que se le fueron sumando, a modo de estratos, noticias de actualidad y entrevistas con algunos especialistas.
Con muchas agallas e ingenio construye una sátira afilada, salpicada de diálogos ocurrentes, que va dejando por el camino numerosas víctimas, pocas de ellas inocentes, y en la que reparte munición contra todo el que se ponga por delante, desde el ejército o las autoridades hebreas hasta el ISIS, los activistas palestinos o los judíos ultraortodoxos. Un cómic inteligente en el que simplifica todavía más su dibujo al acercarse casi a la caricatura en el diseño del rostro de alguno de los personajes (Nili Broshi, la protagonista, el profesor Rafi Sarid o el matrimonio Abuloff), elección que casa a a la perfección con las situaciones grotescas que describe.
En una trayectoria ya consolidada, y en la que ha obtenido en dos ocasiones el Premio Eisner a la mejor novela gráfica amén de los reconocimientos en los festivales de Angoulême o Lucca, Túneles es posiblemente su obra más redonda. Demuestra en sus páginas una enorme madurez artística en las diferentes elecciones narrativas así como una innegable valentía a la hora de reflejar situaciones enormemente complejas, enfrentamientos históricos, leyendas milenarias y cuestionables creencias religiosas.