Laura Dean ha roto con Freddy Riley. Por la desesperación de la muchacha en las primeras páginas y su borrachera más adelante, sospechamos que no ha sido la primera vez, ni será la última. Mientras lidia con la complicada Laura, Freddy comienza a distanciarse de Doodle, su mejor amiga, ahora más concentrada en salir con su máster de rol y un poco harta de ser el paño de lágrimas de Freddy. Con este Laura Dean me ha vuelto a dejar, Mariko Tamaki (Toronto, 1975) nos trae otra historia sobre la adolescencia. Sin llegar a la tristeza de Aquel Verano, firmado junto a su prima Jillian Tamaki (Ottawa, 1980), sí que estamos ante un cómic agridulce, lleno de dramas propios del instituto.
Lo más destacable de Laura Dean me ha vuelto a dejar es que se sale de los lugares comunes del cómic juvenil al tratar los problemas LGTBI. Aquí los problemas de Freddy no son su sexualidad ni el salir del armario (aunque estos temas tienen su espacio en tramas secundarias), sino que nos encontramos al personaje con una relación ya establecida, que resulta ser malsana. Lo que consiguen las autoras con esto es un tebeo fresco que se sale del cliché y que cuida muchísimo la caracterización de sus personajes. Es muy fácil comprender la vulnerabilidad de Freddy y su incapacidad para romper de una vez con Laura, el cansancio de Doodle, quien tampoco pasa por su mejor momento y a la que su amiga no deja de pasar de ella, y el egoísmo de Laura y la manera que tiene de aprovecharse de la juventud e inexperiencia de Freddy.
Rosemary Valero O’Connell (Minneapolis, 1994) se encarga del extraordinario dibujo, de un estilo pulcrísimo de líneas curvas y sinuosas en sólo tres colores: blanco, negro y rosa. Mostrándonos un mundo bonito en el que el pelo brilla y es suave, los personajes visten estupendamente y todo parece esponjoso. Este dibujo ayuda mucho a establecer el tono del tebeo, algo amargo pero a la vez optimista y dulce (un poco como pasaba en Mi experiencia lesbiana con la soledad de Kabi Nagata). Estoy segura de que muchos adolescentes podrán verse reflejados de una forma u otra.
Leyendo Laura Dean me ha vuelto a dejar pensaba una y otra vez en lo fáciles de resolver que eran (la mayoría) de los problemas de sus personajes, pero también recordaba todas aquellas veces que metí la pata o que me hicieron daño durante la adolescencia, precisamente por mi falta de experiencia. Este cómic es como una tirita puesta encima de todos esos recuerdos. Ya pasé todo aquello y ahora estoy bien. Freddy también lo estará.