Noah Van Sciver (New Jersey, 1984) es el historietista de la última década. Empieza a publicar su revista Blammo en 2006 y desde entonces su producción ha sido ingente, con varios títulos publicados cada año, en los que se mezclan grapas, novelas gráficas, tiras de prensa y piezas periodísticas. Blammo ya lleva más de 10 número. Van Sciver publica regularmente en Mad Magazine, Mineshaft, Columbus o en la web de The Comics Journal. Sus historietas han salido en antologías como Mome (Fantagraphics), en varios volúmenes de Best American Comics de Bill Kartalopoulos, en Kramers Ergot, la antología que coordina Sammy Harkham, y en multitud de publicaciones independientes de menor calado.
Hijo de padre mormón y criado en condiciones precarias junto a sus hermanos por una madre estropeada por la vida, Van Sciver utiliza el humor, el slice of life y la ficción con maestría. Sus afinidades con Daniel Clowes o Gabrielle Bell no eclipsan una voz propia y contundente. Ha publicado con Fantagraphics tres novelas gráficas: The Hypo, Saint Cole y Fante Bukowski. Para este 2017 tiene otras dos listas (Johnny Appleseed y la segunda parte de Fante Bukowski) y otra en producción (la autobiográfica One Dirty Three) que se puede leer en directo en su cuenta de Patreon.
En tan solo 10 años, ya domina los resortes de la historieta como un veterano y acumula nominaciones y premios a puñados. Incomprensiblemente sigue siendo un autor inédito en nuestro país.
A continuación destacamos una selección de 10 historietas del estadounidense.
The Lizard Laughed
(Oily Comics, 2014)
Esta grapa publicada por la pequeña editorial del dibujante Charles Forsman cuenta la historia de Nathan, un joven que viaja a Jemez Springs (New México), para conocer a su padre, Harvey, que se fue de casa cuando tenía 9 años. The Lizard Laughed contiene todos los elementos que caracterizan al autor estadounidense. Ficción en tono autobiográfico, relaciones familiares disfuncionales, un fino sentido del humor, una mezcla acertada de cotidianidad y momentos de tensión, unos diálogos finísimos y la potencia de los paisajes en los que ambienta sus narraciones, que funcionan como un personaje más. Ambientada en una región de naturaleza agreste y seca, una de cuyas formaciones da título al relato, que complementa de manera perfecta la relación paterno-filial, la historia se sostiene sobre un anticlímax y la infalible capacidad de Van Sciver para mezclar lo mundano con lo extraño.
“White River Junction, Vermont”
(Blammo 9, Kilgore Books, 2016)
El número 9 de la revista Blammo de Van Sciver fue el mejor cómic del año pasado. Así de simple. Van Sciver ya es dueño y señor, saca todo su repertorio y muestra pleno dominio de sus habilidades. Su fino humor negro, un ritmo medido y, por encima de todo, un ponerse constantemente en duda a sí mismo y a todo el que le rodea. Dibujado durante su estancia en el Center for Cartoon Studies (CCS) de Stephen Bissette y James Sturm en White River Junction (Vermont), Van Sciver se sirve de sus compañeros en la academia para la mofa más descarnada y acto seguido dejar al lector con un nudo en el estómago ante la desnudez desabrida con la que se muestra. Es un orfebre del giro inesperado, un cínico que quiere creer, pero que aún no ha encontrado en qué.
En White River Junction, Vermont explica su estancia en el CCS y la irritación que le provocan sus compañeros de academia; utiliza su educación mormónica para entrar a trapo con su infancia, se sirve de la corrección política para caricaturizar a alumnos que denuncian hilarantes microagresiones, saca su introversión a pasear, nos deleita con un avistamiento OVNI, para finalizar con una página impactante, una viñeta descomunal, en la que el tiempo y la calentura creativa de Van Sciver se detienen en un momento perfecto, eterno y de una belleza exuberante. Un final digno del mejor Frank King.
My Hot Date
(Kilgore Books, 2015)
Vayamos con otra grapa publicada por Kilgore Books y que ganó en 2016 el Ignatz a la mejor historia, My Hot Date. En esta ocasión, Van Sciver se burla sin piedad de su alter ego de catorce años. Es una crítica feroz del narcisismo juvenil, el vacío de la cultura de consumo y la desesperación que inflige la pobreza. Van Sciver no llega al nivel de mezquindad de Joe Matt, con lo cual uno no tiene la sensación de leer las desventuras de un imbécil, sino las de un chaval ingenuo, que sigue siendo aún un niño. Con un pelo a lo afro, pantalones cagados, monopatín a rastras, deportivas heredadas de una de sus hermanas, aficionado al rap y al metal, un Van Sciver en ciernes vive su primera cita con una chica. El autor se sirve de esta anécdota para describirnos la desventura de crecer en un entorno deprimido de las afueras de Phoenix. Seis hermanos criados por una madre divorciada, harta de convivir con un mormón, un chaval que se mira ante el espejo esperando ser Conan el Bárbaro, cuando en realidad es un escuálido niñato que se hace el duro con su navaja mariposa y sus expresiones de matón de tres al cuarto. Execrable y entrañable a partes iguales.
More Mundane
(Autoeditado, 2013)
El género del diario personal le viene como anillo al dedo a Van Sciver. En septiembre de 2013, la dibujante Jazzmyn Barbosa, le regala un cuaderno de dibujo y el autor aprovecha para sumergirse en el género de la bitácora. El cómic compila el día a día de los meses de octubre y noviembre de 2013, época en la que Van Sciver anda ocupado dibujando su novela gráfica Saint Cole, trabaja de cara al público en un restaurante de cadena cualquiera, come mal, se deja crecer el bigote, sufre las burlas de sus compañeros de trabajo porque parece un pedófilo y tiene sueños raros. El humor de Van Sciver y el formato de página le viene como anillo al dedo. Con dibujos muchas veces apenas abocetados y rápidos, el estadounidense se centra en escoger cotidianidades mundanas, que en sus lápices se erigen como momentos capaces de encapsular algo tan inasible como es la vida real. Alternative Comics se encarga de la edición digital del cómic en 2014. Ese mismo año publica I don’t have your guts (2D Cloud, 2014), que compila entradas diarias de los meses de febrero y marzo de 2014. En el número 8 ½ de Blammo hay algunas páginas de bitácora de septiembre del mismo año.
“Punks vs Lizards”
(Blammo 6 y 8, Kilgore Books, 2010 y 2014)
Historia cafre y gamberra publicada en
dos números de su revista. La génesis se encuentra en unos garabatos hechos una tarde de invierno en su cuaderno de dibujo. Van Sciver dibuja una panda de punkis liándose a hostias con unos lagartos inspirados en las monturas reptilianas de Tatooine, los Dewbacks, de la saga Star Wars. Como alguna de esas historietas que surgen del aburrimiento en las clases de tarde en el instituto, en Punks vs Lizards abundan la sangre, los higadillos y los diálogos socarrones. En 2012, Van Sciver retoma a los lagartos grotescos y a la banda de punk rockers para evadirse. Han pasado dos años y se nota la confianza y la soltura que ha ganado el de New Jersey en ese período de tiempo. Siguen la violencia y los diálogos cafres (“If there’s one thing I hate more than fuckin’ lizards, it’s seeing lizards FUCKING!”, sic). La primera parte la encontraréis en el recopilatorio Youth is Wasted (Adhouse Books, 2014). La segunda, en Disquiet (Fantagraphics, 2016). Van Sciver tiene otras historias y personajes gamberros, sus Chicken Strips, por ejemplo.
1999 (Kilgore Books, 2012)
El personaje de la historia, Mark, es un tipo que deja la Universidad, regresa al hogar materno y trabaja en una cafetería cutre. La historia está ambientada, como en My Hot Date, en Arizona poco antes del cambio de milenio. El protagonista anda perdido, sin rumbo, y la llegada del 2000 sólo agrava esa sensación de vacío. Nora, la encargada de la cafetería, será la mujer que se cruza en su camino y a la que se agarra para dar sentido a su vida. Sin embargo, Nora es una mujer casada y cuando Mark quiere algo más que sexo, deja el trabajo y desaparece. Mark llega a fin de milenio con una desagradable sensación de abandono y dispuesto a cogerse una buena cogorza. De estructura circular, 1999 supone un paso adelante para el autor en su dominio del arte de contar historias. Recogida en el Best American Comics de 2013. También disponible en formato digital.
“Because I Have To” (Blammo 7, Kilgore Books, 2011) Grant sale a dar un paseo la noche de Halloween, justo cuando se cumple el primer aniversario de la muerte de su hermano menor, atropellado por un coche. En su vagabundeo encuentra a una niña, Matilda, que ha perdido a su hermano mayor. Grant la acompaña por el vecindario hasta que dan con él. Y mientras se aleja, Grant se da cuenta de que el invierno aún está por llegar, esté preparado o no. La vida encapsulada en 13 páginas de a ocho viñetas. Una obra maestra recogida en la antología Youth is Wasted (AdHouse Books, 2014).
The Death of Elijah Lovejoy (2D Cloud, 2011) El cómic de época es otro género que cultiva con asiduidad el de New Jersey. Aparte de las filigranas con que suele deleitarse, Van Sciver tiene un buen puñado de historietas ambientadas en tiempos pretéritos. Ahí está, por ejemplo, su excelente primera novela gráfica, The Hypo (Fantagraphics, 2012), que narra un hecho verídico de un joven Abraham Lincoln, antes de que se convierta en presidente de Estados Unidos, que cae en una depresión por una serie de infortunios y desgracias mientras se forja una carrera como abogado y político, y como este episodio forja la personalidad por la que es recordado. En The Death of Elijah Lovejoy, Van Sciver narra las vicisitudes de este abolicionista del medio oeste en la década de 1830, cuando publica un periódico en el que denuncia la esclavitud desde un punto de vista moral cristiano. Una serie de editoriales en los que denuncia un linchamiento, provocan a la turba local que decide destruir la imprenta de Lovejoy. El cómic se centra en los detalles del atrincheramiento del editor y sus trabajadores y como se enfrentan a la muchedumbre enfurecida. El dibujo abigarrado y caricaturesco y el color encendido de Van Sciver recrean perfectamente el caos del ataque en toda su fealdad. Esta historia se encuentra también en Disquiet (Fantagraphics, 2016).
Fante Bukowski (Fantagraphics, 2015)
En Van Sciver abunda la predilección por los personajes grotescos. Fante Bukowski es el epítome de este tipo de criatura amargamente hilarante. Novela gráfica editada en formato libro barato de bolsillo, en esta ocasión, el estadounidense nos presenta a su mejor creación hasta la fecha, un presunto escritor engreído y patán, un miserable, un Ignatius Reilly de tres al cuarto, que toma el nombre de dos de sus maestros para mancillar su prestigio. Este gordo barbudo no tiene nada de John Fante ni de Charles Bukowski. Van Sciver saca aquí toda su mala leche para reírse de la hubris, de este sosías bohemio de Silvio José. Fante Bukowski representa todo lo contrario a Van Sciver: alguien que quiere la fama, pero que no tiene la capacidad de trabajo y sacrificio para conseguirla. Se pasa el día odiando a conocidos y extraños, a los que amarga con sus lamentos de tarado, y, cuando el hambre aprieta, lloriquea a su madre para que le preste más dinero, mientras llega su merecido estrellato. Este año Fantagraphics publica la segunda parte.
“Little Bomber’s Summer Period” (Blammo 9, Kilgore Books, 2016) Van Sciver se lanza sin red al vacío y sale victorioso. Bomber es un guardia de seguridad de un museo al que deja la novia justo después de comprarse una casa. Jenny es una diseñadora gráfica del museo, maltratada por su jefe e ignorada por su marido. Su amistad les sirve para compadecerse y compartir sus penas. Como en 1999, a partir de esa sensación de cul de sac, los protagonistas, desde la más absoluta desesperación, buscan maneras de salir del hoyo. Bomber va a terapia y se dedica a pintar cuadros abstractos. Jenny abandona a su marido y duerme en casa de Bomber una temporada. Van Sciver flirtea con la amistad que ambos mantienen, la dulzura y comprensión con la que se tratan, sin caer nunca en el romance y que les sirve para salir de ese momento bajo en sus vidas. Los diálogos de Van Sciver son certeros y punzantes, no hay palabra que sobre. El incidente del final de la historia retrata el cambio que han experimentado los protagonistas, su transformación, su salida airosa del agujero.
Elegir sólo 10 historias de Noah Van Sciver no es tarea sencilla. En el tintero quedan piezas encomiables como Expectations, Abby’s Road, The Hypo, Saint Cole, Down in a Hole, It’s over, sus sketchbooks y otros tantos cómics suyos aún por descubrir. Quizás en otra ocasión….Quizás cuando se edite en nuestro país alguno de sus libros.