El suicidio de Iker lleva a replantearse la vida a Leire. La salud mental, el duelo por la pérdida y cómo continuar son los grandes temas tras la ópera prima de la ilustradora Sandra Garayoa y el escritor Bertol Arrieta. Una obra editada por Bang Cómics que continúa apostando por nuevas voces para mostrar los grandes problemas de nuestro tiempo.
¿Qué es En la parte más alta de las nubes?
Bertol: Nace de un artículo que leí sobre la maldición del Anapurna. Allí contaba cómo el Anapurna es el más mortífero de los catorce ocho miles. Contaba varias aventuras, entre ellas la de un escalador catalán que subió con un amigo con una ascensión que aún es hoy mítica. Lo hicieron como quien sube a los Pirineos con una mochilita, como si nada. Treinta años después este alpinista se quitó la vida. Empecé a investigar sobre su figura y descubrí que también había vivido un viaje épico para intentar llegar al Polo Norte geográfico. Llamaba la atención que este hombre, que había estado a menos cuarenta grados, solo durante casi un año, usando raquetas para desplazarse sin la ayuda de perros, había sobrevivido a situaciones tan extremas. ¿Cómo pudo quitarse la vida aunque fuese treinta años después?.
A partir de esa idea nos pusimos a plantear el viaje de Leire para entrelazar las dos ideas y hablar del suicidio y sobre todo del duelo de una persona querida.
Ni tu ni Sandra habíais hecho antes cómic y os acercáis al medio con una novela gráfica de una gran dificultad. ¿Cómo nace la obra?
Sandra: Nos conocimos en Bikoteka en 2020. Bikoteka es un encuentro que organiza Galtzagorri de ilustradores y escritores para hacer álbum ilustrado de cara al concurso Etxepare que ese año impartieron Aitziber Alonso y Yolanda Arrieta. Nos quedamos con ganas de colaborar y Bertol me escribió al año con un par de propuestas y la que más me atrajo fue la que hoy es En la parte más alta de las nubes. El hecho de que fuese un cómic me dio respeto pero me apetecía explorar otro lenguaje. Todo me encajó y seguimos adelante.
Todos tenemos pequeños duelos
En la historia conocemos a Leire. Su pareja, Iker, se ha suicidado y ella intenta entender el porqué. ¿Qué motiva que os acerquéis a un tema tan complejo?
B.: No lo sé. No hemos tenido casos cercanos. Fue ese artículo el detonante. Que una persona tan fuerte psicológicamente pudiera llegar a hacerlo nos hizo investigar sobre el duelo y me hizo darme cuenta de que cualquiera de nosotros puede llegar al suicidio.
La protagonista se pregunta: “En que he fallado yo para que te pareciese más atractiva la muerte sin mi que la vida conmigo”.
B.: Es muy demoledora esa frase. Hemos tenido suerte de poder hablar con gente que ha pasado por esta situación y lo que sienten es culpa. Es así como lo sienten aunque no sea justo. Estas personas que han trabajado ese proceso de duelo cuando lo superan se hacen muy fuertes y cuando hemos hablado con ellas tienen una fuerza interior enorme por todo lo que han superado.
Alrededor de Leire comienzan a surgir personajes. Todos ellos están In itinere, en camino de… Leire se instala en una estación de servicio y empiezan a aparecer personajes a su alrededor afrontando sus propios duelos.
B.: Ramón, el viejete, está de duelo. La camarera también tiene su pequeño duelo… Es la vida. Todos tenemos pequeños duelos. Lo que pretendíamos al llevar a Leire a una gasolinera, que es un no-sitio, y que se encontrase con desconocidos es hacer que tuviese que afrontar ese proceso de duelo allí, lejos de familiares y amigos.
Ella está tan mal que no puede hacer nada, le duele la vida diaria pero ésta sigue a su alrededor. Ella tiene que coger el tren de la vida y nos parecía bonito que tuviese que hacerlo con estos desconocidos en un lugar tan inhóspito.
S.: Un sitio sin alma, que es como se encuentra ella. También nos permitía mostrar gráficamente el contraste entre el paisaje ártico y la falta de paisaje de la gasolinera con todo lo que ello conlleva.
Intercaláis a modo de capítulos frases del arte japonés. Así habláis del Kintsugi, el arte de reparar cerámica uniendo las partes rotas con oro y plata. “La pieza resultante -no esconde sus heridas- es más bella que la original”.
S.: Las palabras japonesas en principio no eran capítulos. Son una parte más de la historia pero sirven para descansar de tanta intensidad. Con la idea del Kintsugi se me ocurrió contraponer una imagen del ártico totalmente agrietado. Es una doble página que recuerda a una cerámica.
La vida se va formando de grietas como decía antes Bertol.
En tu caso Bertol, vienes de la literatura y el audiovisual. En tu caso Sandra, vienes de la ilustración. La historia que contáis requiere conseguir transmitir la atmósfera del libro especialmente a través de la narración más que del dibujo ¿Cómo ha sido trabajar en un relato tan intimista?
S.: Con mucha paciencia y miedo. Ha sido un proceso muy intenso. Primero he tenido que investigar en el medio. Lo he hecho como he podido porque no he sido una lectora habitual de cómic. Al desconocer el medio he intentado compensarlo con lo que traigo del otro lado. Quizás no sea técnicamente la mejor construcción pero igual tiene otro tipo de imágenes o técnicas que no son las habituales.
Lo que más duro se me ha hecho es la dimensión del proyecto. Se me ha quedado un poco grande. Se ha alargado a lo largo del tiempo y a veces me daba la sensación de que hacía todo el rato lo mismo, que no avanzaba. Pero el resultado ha sido muy satisfactorio y no recuerdo lo mal que lo he pasado. Me quedo con lo bueno. Muy contenta.
El libro habla sobre la monotonía y el silencio. Así como el viaje de Rus está lleno de dobles páginas en la que puedes hacer un despliegue gráfico mayor, la historia de Leire en la gasolinera exige un tempo narrativo muy constante, lleno de repeticiones usando una retícula de la que es difícil salir. Una concisión que gráficamente supone también renuncias.
B.: El estilo de narración iba bien con lo que queríamos contar.
S.: El que haya esas repeticiones ha sido a propósito. Todo el rato transcurre la obra en el mismo sitio y es algo que de algún modo me frustraba. Sentía que estaba haciendo todo el rato el mismo dibujo pero creo que es esencial para trasladar el ritmo de la historia.
B.: Los dibujos de Sandra tienen un tono minimalista y esa monotonía está buscada para reflejar lo que vive Leire. Su día a día es como una eternidad. Los dibujos de Sandra dicen mucho con poco y me parece muy difícil de conseguir. Ella trabaja todo a mano y eso se aprecia en el resultado.
S.: Nos mueven las historias de personas más que la fantasía. No me gusta rellenar con demasiada información. Siempre pongo la cámara en un punto de vista muy cercano, sin grandes cambios de plano.
Tu trabajo en ilustración, Sandra, suele destacar por el color. Un color vivo al que tienes que renunciar para hacerte con el tono de la historia, que exigía una paleta mucho más sosegada de lo que estás acostumbrada.
S.: El color siempre es importante para mí. Lo suelo hacer de un modo muy intuitivo y desde el principio sabía que necesitaba una paleta fría, sin mucho contraste. Después metí el verde pistacho fosforito, el fucsia y el negro para darle más intensidad y construir los espacios y las viñetas. Tampoco quería que todo tuviese con un tono pastel.
El negro servía para todos eso momentos de dolor y angustia. No solo los colores sino también usar técnicas distintas para conseguir texturas diferentes. Lo he disfrutado mucho. También he acotado la paleta para facilitarme la vida y mantener una coherencia. No sé si se nota pero de los primeros dibujos a los últimos yo sí veo que hay cambios. Sabía que a lo largo del camino podía ir encontrando elementos que me iba a quedar y descartar los del inicio pero al haber unas fechas de entrega no he podido rehacer las iniciales. También porque sino el trabajo no tendría fin.
¿Qué herramientas has usado para dibujar?
S.: Pasteles, óleo y lápices de colores. Ha sido una locura. En algún momento lo he pasado mal. Estoy contenta de que haya salido tan bien. Se ha publicado en euskera, castellano y francés. Hemos tenido los dos becas para poderlo llevar a cabo, nos han dejado trabajar en Tabakalera… Creo que en ese sentido lo hemos hecho bien.
Hay una doble página, un juego de la oca en el que vemos las distintas fases lunares, que rompe con la estructura que comentábamos y os parece jugar con las posibilidades del medio.
S.: En esa parte tenía que haber un punto de inflexión. Leire estaba en lo más hondo de su dolor y necesitábamos un recurso para salir de las viñetas cuadriculadas y las dobles páginasy la espiral nos funcionaba para mostrar ese sufrimiento.
B.: Una persona que había pasado ese proceso nos decía que su dolor iba en espiral, cada vez a mayor. Esa imagen nos servía para mostrar ese dolor in crescendo. Nuestro reto era contarlo y el miedo que teníamos era quedarnos demasiado cortos. No podíamos dedicar cien páginas a ello. El cómic tiene una gran capacidad de elípsis narrativa y nos permitía juegos así.
Es una obra de personajes que se expresan a través de los diálogos.
B.: Desde un principio veíamos que Leire tenía que sobrellevar ese duelo con los desconocidos de la gasolinera. Estaban la camarera, el del hotel y el viejete que va todos los días a hacer crucigramas. Tenían que ser tres personajes por que dos son muy pocos y cuatro demasiados. Empezamos a concebir el desarrollo de cada uno de ellos. Con el chico de la recepción hay una especie de enamoramiento. Con la camarera hay una historia de amistad y con Ramón hay una historia más paternal. Necesitábamos que estas tres relaciones avanzasen de alguna manera. No son los personajes los que ayudan a Leire sino que es ella la que ayuda a los personajes y es la manera que ella tiene de engancharse a la vida, primero recogiendo la ayuda de esos desconocidos y después devolviéndoles esa ayuda.
S.: Bertol ha construido el personaje de Leire en base a los personajes que le rodean. Ella está tan hundida que no puede desarrollar su personalidad y se construye con las personas que tiene a su alrededor.
Es una historia de silencios que parece transcurrir fuera de plano.
B.: Sí, el ritmo lento, la elipsis y los silencios son los tres ejes en los que hemos trabajado el cómic.
Es una obra muy cinematográfica con un ritmo similar a películas como Loreak. Hay una serie de cómics: Joana Maiz de Yurre Ugarte y Joseba Larratxe o Natasha de Koldo Almandoz y Aritz Trueba, que son películas que nunca existieron. Da la sensación de que En la parte más alta de las nubes podría ser otro caso.
B.: A nosotros nos gustaría que fuese el punto de partida para hacer una película. Cuando escribo suelo ser muy visual y a medida que hacíamos el libro pensábamos que podía ser el script de una película. No lo planteamos así porque no tenemos recursos para hacer una película pero nos encantaría.
Decía Hugo Pratt que el cómic es el cine de los pobres.
B.: Así es. El cine necesita un esfuerzo personal y económico que me parece dificilísimo de conseguir.
Cada vez hay más transversalidad entre los medios.
B.: Cuando tuve esta idea vi que era muy visual y por eso lo pensé en cómic más que en un relato o en una novela. Me parecían muy potentes las imágenes del Ártico y el contraste con las imágenes de la gasolinera. Por eso me lancé a proponerle a Sandra hacer esta historia.
S.: Y por los silencios.
B.: Y por lo minimalista de la historia. Pensaba que el cómic podía contar mucho con poco.
Cada vez hay más ilustradoras acercándose al mundo del cómic.
S.: Me parece normal. En mi caso particular, igual que me apetece experimentar con distintos soportes y técnicas, también me nace explorar otro campos de la ilustración, de manera natural, por curiosidad propia.
Originalmente el cómic está planteado en euskera. Cada vez vemos una mayor presencia de cómic vasco.
S.: Creo que tiene que ver que cuanto más se hace, más referentes hay y más ganas de hacer. Se crea el antecedente.
B.: También están las ayudas. Cada vez hay más y eso favorece el trabajo. La labor que hacen los y las dibujantes es inmenso y, si no hay un soporte económico detrás, es imposible afrontarlo. Las ayudas son esenciales.
S.: En mi caso, obtuve la beca de creación del Gobierno Vasco. Se dan cada año cuatro ayudas de 15.000 euros a proyectos de cómic y tres a proyectos de álbum ilustrado. Sin esta ayuda yo no podría haber hecho este proyecto, al menos no a este ritmo. Se hubiese dilatado mucho más en el tiempo, porque hubiera dado prioridad a otros trabajos que estuvieran mejor remunerados.
B.: He tenido problemas para llevar a cabo proyectos de cómic porque si no se vende el proyecto los dibujantes, que son autónomos, no pueden afrontarlo. Hacer un trabajo de un año sin saber si va a tener sentido es inviable. En este caso las ayudas son imprescindibles.
Las tiradas son pequeñas y si no hay suficientes lectores no es sostenible.
B.: Y eso en el caso de que consigas vender el proyecto a una editorial. Para lograr venderlo tienes que hacer el proyecto: sinopsis, personajes… Para acceder a las ayudas tienes que tener un contrato editorial, sino no puedes presentarte.
S.: Sin ayuda es un poco suicida hacer cómic. Un proyecto pequeño te puede llevar medio año. Da que pensar.
A pesar de lo que contáis, ¿tenéis ganas de repetir la experiencia?
B.: En mi caso sí. Yo he empezado haciendo relatos para adultos y hay algunos que te apetece contarlos y otros te apetece verlos. Supongo que es difícil pero no dejaremos de intentarlo.
S.: Volvería también. Me ha abierto una puerta que me encantaría experimentar.
¿Cuál está siendo la respuesta del libro?
B.: Aún no lo sabemos en cuanto a ventas. En cuanto a la respuesta de la gente si nos han llegado respuestas de gente que se han sentido muy identificadas por el tema. No afrontamos el libro solamente para hablar del suicidio; de hecho lo más importante para nosotros era contar una buena historia. Nos atraían las dos historias que planteamos en paralelo en el cómic. Y además, creo que le hemos dado un enfoque bastante luminoso, a pesar de que el tema es oscuro de por sí.
S.: En mi caso el feedback ha sido muy positivo. Hay mucha gente que se ha emocionado y eso significa que algo habremos hecho bien.
¿Proyectos?
B.: Estoy acabando un libro de relatos y me he metido en el mundo del teatro, que es algo que me faltaba, y que tengo ganas de que se empiece a mover, y también estoy con un documental, que está en su fase final.
S.: En mi caso estoy preparando una exposición sobre el proceso y los entresijos de En la parte más alta de las nubes, en Gilda. Además, quiero hacer un álbum ilustrado en solitario. Y siempre están las pequeñas cosas del día a día.