¿Dónde encontramos los fans de la antigua Marvel el espíritu de aquellos tebeos baratos pero “bigger than life”? Difícilmente en las series regulares, atenazadas por demasiadas decisiones editoriales/comerciales para que en ellas quepa la sorpresa y la locura. Más bien se revela en zonas marginales, en notas desacompasadas que vuelan libres como este Doctor Extraño. Amanecer de otoño cuyo chispazo gestor ya resulta bastante rocambolesco. No me extenderé en lo que explica muy bien el prólogo del libro (un álbum convenientemente agigantado para lucir su apartado gráfico), hablemos de una suerte de stendalazo del dibujante Tradd Moore (1987, Snellville, Georgia, E.E.U.U.) ante un retablo italiano. A partir de esa chispa, la gasolina de la tradición del Hechicero Supremo: de la matriz de Stan Lee y Steve Ditko a la psicodelia indisimulada de Steve Englehart y Frank Brunner.
Tradd y Heather Moore (colorista de su marido Tradd en este libro) nos brindan un argumento nimio y tópico (Stephen Extraño viaja a un universo paralelo para ayudar a una entidad cósmica a dar a luz, lo cual evitará un apocalipsis) sobrecargado de diálogos ampulosos al más puro estilo marvelita de los setenta. Esta búsqueda de viejas formas es en sí misma simpática, sugerente, autorreferencial y nos ubica en una fantasía escapista con fundamento. No es necesario conocer un universo de series regulares para disfrutar de esta ópera cósmica, solo reconocer unos códigos granguiñolescos (¿en desuso en la Marvel actual?).
Pero donde este cómic destaca es en su apartado visual. Moore es posiblemente el mejor dibujante mainstream actual, con un bagaje amplio (la revista Metal Hurlant en términos generales, Jim Steranko, el prerrafaelismo británico y el expresionismo vienés) y una personalidad sólida, Tradd Moore despliega una kermés de dibujo barroco y psicodélico sencillamente brutal.
El formato gigante por el que ha apostado Panini beneficia a la obra, que es ante todo una puerta a pillarnos un globo sensorial a través de sus páginas, colmadas de ilustraciones imposibles. Tanto que en ocasiones, por extraño que pueda parecer, me ha recordado a los experimentos de Samplerman.
Posiblemente estamos, en definitiva, ante el tebeo Marvel del año.