Para empezar, me gustaría decirte que Ombligo sin fondo me ha gustado mucho. Me gusta la forma que tienes de hablar sobre sentimientos muy reales, sobre nuestros errores y esperanzas, los extraños sentimientos que aparecen en las relaciones humanas…
Gracias.
Me sorprende tanta madurez a la hora de expresar los sentimientos de los personajes, sobre todo teniendo en cuenta que tienes apenas veintiséis años.
No estoy seguro de que esto sea una pregunta, pero te diré que lo único que hago es imaginarme lo que los personajes están diciendo. No pienso en que los diálogos o los personajes sean particularmente realistas. Son caricaturescos e imaginarios.
En todo caso, lo que sí queda claro es que el amor hacia otras personas es muy importante para ti, el amor hacia la familia, las relaciones con padres, hermanos y hermanas…
Me interesa el amor, pero, honestamente, no me interesan las familias. No me malinterpretes, adoro a mi familia. Lo que ocurre es que Ombligo sin fondo es mi primer experimento con una historia guiada por los personajes, así que pensé que centrarme en una familia podía funcionar bien para explorar distintas personalidades. Las familias engloban a distintas personas que se ven obligadas a ponerse o no de acuerdo con las demás. Es una situación extraña cuando hay gente junta con sentimientos complicados y cruzados respecto a los demás. Las familias son así constantemente, no como las relaciones que hay en el trabajo o en la escuela.
¿Cómo nació la necesidad de embarcarte en una novela gráfica de las dimensiones de “Ombligo sin fondo”?
(Risas) No sé si entiendo bien esta pregunta, pero intentaré contestar.
Antes de “Ombligo sin fondo” hice una historia llamada La boca de mamá (Apa Apa Comics). Me gustaron los personajes que creé, pero no los exploré lo suficiente.
En aquel momento pensaba que con diseñarlos, con su apariencia, había suficiente. También me frustré con la longitud de la historia. Pensé que era demasiado corta. Podía leerse muy rápido, pero (espero) también podía leerse varias veces.
Quería sumergirme en un territorio en el que mandaran los personajes, así que decidí que iba a dedicarles todo el tiempo necesario (y más tiempo significaba también más páginas).
La verdad es que, viniendo de un cómic estadounidense, setecientas veinte páginas parece una catedral. ¿Cuándo empezaste imaginabas que la extensión podía llegar a tanto o te dejaste llevar de una forma más espontánea hasta decir lo que querías?
Bueno, tiene un montón de páginas, pero la verdad es que se lee extremadamente rápido. Y no ocurren tantas cosas en las páginas. En algunos casos, solamente te encontrarás con una única viñeta y en otras quizás con doce. Con eso quiero decir que “Ombligo sin fondo” está en algún lugar entre un libro largo y uno corto. He intentado huir del encasillamiento. Los entornos inusuales me parecen más excitantes.
Dejando a un lado la extensión, ¿has tenido claro el desarrollo y el final de la historia desde el principio o ha sido algo que ha ido madurando día tras día?
Tenía el principio y el final y quería dibujar escenas y decidir dónde encajaban o no en la historia global. Los dibujos que he hecho para el libro fueron muy fáciles de realizar, así que se trataba de hacer una escena y no ocurría nada si al final no la usaba. Es una forma de trabajar parecida a hacerlo con palabras. Puedes escribir una frase y después cambiarla de lugar o borrarla fácilmente. No puedo hacer eso, por ejemplo, con una página de BodyWorld (mi webcómic). Me lleva mucho tiempo completar una porque los dibujos son más complicados y requieren mucho más esfuerzo. Si completo una página sé que formará parte de BodyWorld. Ombligo sin fondo es distinto, está más cerca de La boca de mamá, que era una serie de secuencias trabajadas por separado, pero conectadas luego para dar forma a un libro.
Controlas perfectamente los rasgos de personalidad de cada uno de los hijos. ¿Has utilizado para alguno de ellos aspectos de ti mismo o de personas a las que conozcas?
No se parecen en nada a mí. Cuando estoy en la mesa de dibujo, quiero sentirme transportado a un lugar distinto y relacionarme con otras personas. Se convierten en mis amigos y debo dejarles que cometan sus propios errores, pero no tengo por qué motivo aprobar sus actuaciones.
He leído que el manga ha sido una influencia para ti en Ombligo sin fondo, pero lo cierto es que me cuesta verla. No estaría mal que comentases en qué sentido: la historia, el desarrollo… necesito pistas para poder ver esa relación.
Fundamentalmente en el ritmo. Obviamente, un cómic de setecientas páginas que te lleva apenas unas horas leer debe estar influido por el manga. Los cómics americanos no son así. Por otro lado, creo que también ocurre con los dibujos. Cuando estaba trabajando en el libro, se lo mostré a David Mazzucchelli y lo primero que me dijo fue “parece manga”. Supongo que eso es porque a él le interesa el mismo manga que a mí y lee muchos. Pero por supuesto, no recuerda para nada a “Dragon Ball Z”.
Debo decirte que me sorprendió descubrir que Ombligo sin fondo trabaja los sentimientos con mucha más profundidad que los dos o tres últimos libros corrientes que he leído en los últimos meses.
No soy una persona de libros. Creo que los cómics te dan la oportunidad de trabajar en más niveles que los libros corrientes. Me da la impresión de que en los libros con solo palabras te metes mucho en la cabeza del personaje, pero muchas veces me he preguntado si ese no será un narrador equivocado. Muchas veces falta información. Además, con los cómics puedes hacer una lectura inicial y después volver a ellos y sumergirte, pero también pueden funcionar como un monográfico de arte, como un libro de imágenes. Cuando leo un libro corriente, suelo hacerlo solamente una vez y es difícil que vuelva a él o que sienta necesidad de hacerlo. Pero ese es mi punto de vista y formo parte claramente de una minoría.
Por otro lado, algunas de las viñetas que tienen más sentido para mí no incluyen ningún texto. Me parece maravilloso el cuidado que empleas en describir pequeños momentos, tanto buenos como malos. Las fotografías que aparecen en la caja de recuerdos familiar, por ejemplo.
Para mí no son más que imágenes. Esas instantáneas cuentan una historia si sigues la secuencia. Los álbumes de fotos son como cómics, de hecho, algunos son probablemente mejores.
Me gustó La boca de mamá, pero fue un cómic complicado de leer. Narrativamente experimental y bastante complejo. ¿Nació con esa vocación o resultó así porque los sentimientos que reflejaba lo eran?
Todos los cómics son experimentales, lo que ocurre es que algunos experimentos son más frecuentes que otros. La forma de narrar que usé en La boca de mamá tenía que ver con la relación entre caras enfrentadas de una idea.
Cambiando de tema y teniendo en cuenta que Ombligo sin fondo solamente utiliza un color, ¿te has acostumbrado rápido a trabajar en colores en BodyWorld?
Bueno, parte de La boca de mamá y un viejo cómic mío, Love Eats Brains, además de algunas historias cortas antiguas eran originalmente en color, lo que ocurre es que se imprimieron en grises. Algunos de los grises que ves en mis trabajos previos eran color en el original, así que BodyWorld no es mi primer cómic en color.
Supongo que trabajar en Internet te permite crear una página mucho más larga y que se pueda adaptar a tu historia o a cómo quieres presentarla. ¿Cómo crees que BodyWorld podrá adaptarse en una novela gráfica normal en el futuro?
Podrá adaptarse fácilmente en libro impreso, incluso te diría que muy fácilmente. Tendría un formato vertical, con una página arriba y una abajo en lugar de una a la izquierda y otra a la derecha.
¿Qué puedes decirme de la evolución que ha habido entre tus breves historias cortas hasta tus cómics actuales?¿Qué camino has seguido?¿Ha sido algo lineal o ha habido algún punto de ruptura en esa evolución?
Para mí las historias cortas aun forman parte de mi trabajo actual. Desde mi punto de vista, existe una línea que atraviesa mi obra. Desde fuera cuesta verlo porque hay cómics que están descatalogados y no todo el mundo ha podido verlos, o hablar sobre ellos conmigo o saber los que he empezado y no he acabado nunca. Lo que ocurre es que esa línea se ha perdido, lo cual me parece bien. Eso significa que sí ha habido dos “puntos de ruptura” en mi cabeza que son importantes. Uno sería la historia corta Goddess Head, que me abrió un montón de posibilidades, y otra cuando me planteé la posibilidad de trabajar en color, que empezó con alguna de las historias que hice para Mome, la antología trimestral de Fantagraphics y con BodyWorld. No me imagino volviendo a hacer un cómic largo en blanco y negro. El color me ha liberado muchísimo.
Para terminar te diré que me gustaron las canciones de tu grupo Love Eats Brains. ¿Qué puedes decirme sobre él?¿Qué relación existe entre tu cómic del mismo nombre y el inicio de la carrera de la banda?
Eso sencillamente ocurrió porque mi amigo me preguntó si podía utilizar el nombre para su grupo y le dije que perfecto. Al cabo de un tiempo empecé a tocar el bajo con él. Es algo que empezó por diversión en Richmond, Virginia, al margen de los cómics. Era algo social. Soy un músico fatal y si empecé era para pasar el rato con mis amigos. No había planes para ello y no voy a hacer más canciones con otra gente, pero sigo colaborando con el mismo amigo, James. Está haciendo música para alguna animaciones en las que estoy trabajando.
Joan Luna -de la revista Mondo Sonoro y colaborador habitual de 13 millones de naves- entrevistó recientemente a Dash Shaw con motivo de la publicación en español de Ombligo Sin Fondo. Parte de esa entrevista aparecerá en el próximo número de Mondo Sonoro (el del mes de junio); por suerte en 13 millones de naves te podemos ofrecer íntegramente el cuestionario al que sometió a uno de nuestros autores favoritos.
Reseña de Ombligo Sin Fondo en La Cárcel de Papel