Bárbara es la capitana y estrella del equipo de fútbol de su barrio, que está a punto de luchar para entrar en la competición nacional. Bárbara también es una joven en esa encrucijada de decidir su futuro y afrontar la selectividad. No es que le preocupe mucho el tema académico ya que para ella el fútbol es mucho más que un deporte. Pero la vida en el barrio no es sencilla y el club tiene problemas económicos que amenazan la continuidad del equipo femenino. Bárbara va a tener que luchar por sus sueños.
Temporada de Rosas de Chloé Wary (Chilly-Mazarin, Francia, 1995) nos muestra la vida de Bárbara en el barrio; con sus movidas familiares, sus rollos amorosos y, sobre todo, su empeño por el fútbol. Y lo hace sin victimismo, mostrando el empoderamiento de las jóvenes de barrio, lejos de caer en los tópicos de zona desfavorecida y delincuencia. En el barrio también hay cosas bellas, rincones escondidos, atardeceres mágicos, amistad y solidaridad. Temporada de Rosas retrata otro punto de vista de los que viven y dignifican los barrios populares, desde una perspectiva feminista, mostrando la fuerza de las mujeres comunes, el empoderamiento del día a día, el que cuenta de verdad al fin y al cabo. Bárbara no se va a rendir nunca, aunque el final no sea de película Disney.
Wary realiza este retrato con un estilo muy personal de dibujo donde destaca el uso del color de rotuladores, siempre buscando colores vivos, optimistas: los atardeceres en el barrio que pinta Warry son preciosos. Unos colores que no dejan de retratar la realidad de los extrarradios franceses pero con una luz optimista. Una historia que recibió el premio del público en el festival de Angoulême en 2020, y no es para menos, la fuerza que transmite Bárbara, su protagonista, es tan intensa como los colores que usa Wary.