Las pocas fotos que he visto de Paul Pope me recuerdan más a la figura del típico músico emergente que suscita suspiros y alabanzas que no a la del dibujante al uso. Rodeado de inumerables fans con cara de idolatrismo desmesurado y con los ojos desorbitados, Paul Pope se pasea por los festivales y convenciones de cómics del planeta bolígrafo en mano.
Lo que he leído sobre él también va en esa dirección; sin el fervor de las quinceañeras/os (faltaría más) la crítica especializada -y la no especializada también- le colma de alabanzas y lo destaca como valor seguro de un futuro muy cercano.
Llegar con tantos precedentes hasta un autor implica un listón alto en cuanto espectativas; desgraciadamente después de haber leído Batman Year 100 el listón ha perdido bastantes enteros.
Paul Pope emplaza a Batman en el año 2039, 100 años después de su primera aparición. La sociedad vive sumida en el control exhaustivo y la vigilancia constante de un estado policial que está a medio camino entre el 1984 de Orwell y el despotismo tecnológico de Matrix. En semejante contexto la idea de un tipo enmascarado merodeando por la ciudad y que además elude los preceptos de control social ocultando su verdadera identidad es una terrible amenaza para las fuerzas del orden. El héroe de Gotham convertido en criminal y fugitivo.
Lo que a priori podría parecer uno de los más excitantes capítulos del historial de Batman al final resulta no ser para tanto. No tanto a nivel gráfico -el dibujo es espectacular y hay algunas viñetas que son realmente apabullantes- sino más bien en como se ha llevado a cabo la historia. Hay más dialógos de los que uno desearía y la trama se complica gratuítamente en muchas ocasiones. El auténtico talento de Pope se demuestra en las escenas de acción buena prueba de ello es el descomunal principio y la persecución en moto que hay hacia final. Otro punto flaco es que el autor ha dejado demasiada impronta en un personaje como Batman y, sin caer en la caricatura pero casi, a veces peca de demasiado transgresor. Él mismo se delata en el texto que hay final del cómic cuando cita una frase de Frank Miller que viene a decir algo así como “no importa la cantidad de veces que estampes a Batman contra la pared, siempre saldrá ileso”…sacudirlo es una cosa pero de ahí a hacerle ponerse unos dientes falsos al mas puro estilo de tienda de bromas hay un trecho. Quizá a la hora de enfrentarse a un totem como Batman incluso los más capacitados historietistas deberían de hacer un pequeño esfuerzo de servilismo, algo que si parece que tuvo en cuenta el señor Miller cuando mantuvo su pulso contra el caballero oscuro.