Tommi Parrish (Melbourne, 1989), conocida en varios países por su carrera artística como pintora y su álbum de relatos cortos Perfect Hair (2DCloud, 2016), ha debutado en el mundo de la novela gráfica con La mentira y cómo la contamos. Publicada en España por Astiberri, la obra ha generado elogios y altas expectativas a su alrededor.
Cleary y Tim son dos viejos amigos que se reencuentran casualmente en la caja de un supermercado. Hace mucho que no se ven y salen para tomar algo y ponerse al día. Durante su encuentro, que transcurre en una sola noche, los dos protagonistas deambulan y pasan la velada charlando de su pasado, de sus relaciones y de sus elecciones vitales. Asistimos como espectadores al repaso de sus vidas tras su intensa amistad durante el instituto y a sus vanos intentos de justificar algunas de las decisiones tomadas.
La mentira y cómo la contamos es una obra que avisa de su contenido e intenciones ya desde el propio título. Poniendo el peso principal en la ambigüedad del género y los conflictos de identidad sexual, la novela gráfica trata, en segundo plano y con sutileza, sobre la decepción vital ante los propios autoengaños, sobre cómo cambia (o, al contrario, cómo no cambia) la gente y sobre la falta de educación emocional que ha marcado a varias generaciones.
El aspecto gráfico es uno de sus puntos relevantes. La autora nos deslumbra con coloridos dibujos a gouache y pocas palabras. Sus viñetas están repletas de personajes grandes, algo extraños, con pequeñas cabezas y sexualidad ambigua. Y como contrapunto a ello, una segunda historia intercalada: el libro que lee uno de los personajes, Cleary, en riguroso blanco y negro y sin prácticamente tramas ni artificios. Este relato dentro del relato, la historia de la ruptura de una pareja arrastrada por el tedio, actúa de complemento a la historia de los protagonistas. No es ni novedoso ni rompedor, pero efectivo. Aunque quizá la autora brilla más, por el tono utilizado, en la historia ‘real’ que en la de ficción.
Estamos ante un comic de historia sin conclusión ni desenlace argumental. Se trata de una de esas lecturas en las que hay que dejarse impregnar por los silencios incómodos entre los personajes y el estado de ánimo que desprenden. Una novela gráfica no indicada para lectores que buscan relatos conclusivos, con un final cerrado, que nos cuenta una historia que ya nos han contado muchas veces, pero que aún así deja poso y merece sin ninguna duda su lectura.
La mentira y cómo la contamos le valió a Parrish cuatro nominaciones a los prestigiosos premios Ignatz en 2018: a mejor artista, mejor novela gráfica, mejor historia y mejor nuevo talento. El tiempo dirá si llegará a convertirse en obra de referencia o si su fama quedará diluida entre la gran cantidad de títulos publicados.