David Fernández de Arriba (Barcelona, 1985) es licenciado en Humanidades por la Universitat Pompeu Fabra en la especialidad de Historia y profesor de Ciencias Sociales en Educación Secundaria. Lector de cómics desde pequeño se ha especializado en el género histórico y autobiográfico en la novela gráfica y en el uso del cómic como elemento didáctico en escuelas e institutos. Escribe regularmente en su web Historia y Cómic. Acaba de publicarse en castellano Memoria y viñetas. La memoria histórica en el aula a través del cómic (Desfiladero Ediciones), su libro dirigido a docentes para enseñar la historia reciente de nuestro país mediante la historieta. Aprovechamos la ocasión para entrevistarle.
Me gustaría preguntarte por tus lecturas de infancia. ¿Lees cómics desde pequeño?
Mis padres eran socios del Círculo de Lectores y recuerdo con mucho cariño hacer la colección de Astérix con 5 o 6 años. Seguramente es mi personaje favorito. Releí los álbumes multitud de veces y aún me sigo comprando los nuevos con mucha ilusión. Además recuerdo leer bastantes Súper Humor, sobre todo de Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape y, quizás el que más me gustaba, 13 Rue del Percebe.
¿En algún punto abandonas la lectura de tebeos?
A partir de los 12 o 13 años mis lecturas de cómic pasaron a ser mucho más esporádicas, aunque no las abandoné del todo y de vez en cuando releía alguna cosa. Con 16 años, en primero de bachillerato, leí Maus. Ya en la universidad volví a interesarme por los cómics, especialmente a través de un amigo que leía y se compraba obras muy interesantes. Incluso hice un trabajo para una asignatura de Filosofía sobre Persépolis.
¿Qué cómics te marcan de adulto?
Seguramente el que más me marcó fue El arte de volar, puesto que me hizo tomar consciencia de las posibilidades de la unión entre cómic e Historia. También me impactaron mucho El fotógrafo y los cómics de Joe Sacco.
¿Cuándo empiezas a pensar en el cómic como herramienta didáctica?
Cuando leí El arte de volar. Acabada la universidad, me planteé dedicarme a la educación y justo en ese momento leí la obra de Altarriba y Kim. Además, Edicions de Ponent publicó una guía didáctica elaborada por Toni Guiral y eso fue la guinda del pastel. El cómic tenía un gran potencial como herramienta didáctica para enseñar Historia, solo me faltaba plantearme cómo utilizarlo.
¿Cómo reciben los colegas el uso del tebeo en el aula?
Me he encontrado de todo, aunque cada vez hay más gente abierta a utilizarlo. En un principio, seguramente por desconocimiento, creen que es simplemente una cuestión personal, “claro…como a él le gustan los cómics, los usa en clase”; pero cada vez más se interesan e incluso a veces me piden recomendaciones. En el el colegio en el que trabajo tenemos ya bastantes actividades relacionadas con el cómic: el treball de Síntesi de 1o de ESO; cómic como parte del trabajo de expresión escrita en lengua; cómics como parte de las lecturas recomendadas en el proyecto Biblioteca en el Aula; etcétera. Además, este curso los alumnos están preparando una entrevista a Pablo Ríos, quien muy amablemente se ha prestado.
¿Y los alumnos?
En un primer momento se sorprenden, ya que les parece un poco raro que su profesor, un adulto, les proponga leer cómics en clase y les hable de su historia y sus recursos, pero rápidamente ven que son entretenidos y que les permiten aprender cosas nuevas o ver aspectos que ya hemos trabajado en clase. Funcionan muy bien también para fomentar el placer por la lectura, ya que en determinados alumnos no generan el rechazo que provocan los libros.
¿Lee la juventud cómics? ¿Qué cómics?
Basándome en mi experiencia, la mayoría de los adolescentes no leen demasiado, aunque siempre hay alumnos a los que les encanta leer y son grandes lectores. Entre estos últimos, unos pocos leen cómics, especialmente manga. El curso pasado hice leer Nimona en 2o de ESO y les gustó mucho. En la valoración era frecuente leer “no me gustan los cómics, pero este me ha gustado” o “no leo cómics, pero este me ha gustado”, así que aún queda mucho por hacer.
¿Cómo te llega el primer encargo del Memorial Democràtic?
Me conocían por mi blog y me pidieron que colaborara con ellos para organizar un seminario de formación de profesorado sobre cómic y memoria histórica. El seminario fue un éxito y fue entonces cuando me propusieron escribir un libro en su colección Eines de Memòria que trata de dar recursos a los docentes para trabajar la memoria histórica en el aula.
¿Tuviste manga ancha para elegir a los colaboradores?
Sí, me pidieron que buscara colaboradores del mundo del cómic para dar más empaque al libro y creo que fue un gran acierto.
¿Cómo los eliges y qué aportan al libro?
Una vez pensé la estructura que quería que tuviera el libro, inmediatamente pensé en Elena Masarah, Gerardo Vilches y Pepe Gálvez. Me une una gran amistad con todos ellos, son grandes expertos y tenía claro que iban a enriquecer mucho el proyecto. Sus tres artículos son fantásticos y creo que convierten Memoria y viñetas en un manual sobre cómic muy útil para los docentes, pero también para cualquiera a quien le interese el cómic. Conocer la historia del medio y su lenguaje en unas decenas de páginas es posible gracias a los textos de Gerardo y Pepe y las reflexiones de Elena sobre la memoria de las mujeres en el cómic reciente son muy valiosas y aportan profundidad al libro.
La edición en catalán tiene un recorrido. Me gustaría saber el éxito entre tus colegas. ¿Sienten curiosidad por la historieta? ¿Realmente muchos aún piensan que esto del tebeo acaba en Mortadelo, Astérix y Tintín?
La edición en catalán ha funcionado bastante bien y pese a la falta de difusión se agotó muy rápido la primera tirada y se volvió a imprimir. A raíz del libro he dado unas cuantas charlas en institutos y en centros de formación del profesorado y cada vez hay más docentes interesados. Muchos conocen las obras más famosas, como Maus o Persépolis, y en general muestran mucho interés por descubrir obras nuevas. Aún así, sí que perviven muchos prejuicios y hay bastante desconocimiento más allá de las obras que comentas. Perdura cierto prejuicio sobre el cómic como lectura infantil.
¿Crees que la institución que te encargó el libro ha creído en él de manera suficiente?
Solo tengo palabras de agradecimiento para Gemma Simón, la persona del Memorial con la que trabajé durante el proceso; pero, como institución, el Memorial no se ha preocupado nada por Memòria i vinyetes. Mi sensación es que una vez publicado, cumplido el objetivo anual de publicar un número en su colección, se despreocuparon totalmente. Ni difusión, ni apoyo para editarlo en castellano ni siquiera darlo a conocer entre institutos u otras instituciones de la propia Generalitat de Catalunya. Una lástima, pero creo que ejemplifica el funcionamiento de buena parte de las instituciones públicas, que solo gracias a los esfuerzos de determinados profesionales consiguen llevar a cabo proyectos valiosos.
¿Por qué es la historieta una buena herramienta para trabajar la historia en clase?
Por muchos motivos: gracias a la unión de texto e imagen consigue transmitir mucha información en pocas páginas; además, puesto que vivimos en una época en la que los adolescentes – y la sociedad en general – viven en un mundo muy marcado por lo visual, el lenguaje del cómic les resulta muy atractivo; también por la capacidad del cómic para trasladarnos a cualquier escenario, en este caso del pasado; o por la relación tan íntima que se establece entre el lector y los autores, especialmente en muchas historias autobiográficas o basadas en memorias familiares. El cómic es un gran recurso para trabajar la historia en clase y creo que cada vez más será un recurso habitual.
¿Intercambias experiencias con profesores que usan el cómic aunque sea en otras disciplinas? ¿Cómo son si las hay?
Menos de lo que me gustaría, aunque las redes sociales permiten entrar en contacto con gente que hace cosas similares. En mi caso, centrándome en la historia, soy un gran admirador del trabajo de Pedro Cifuentes, que incluso ha publicado su propio cómic – él también dibuja – sobre Historia del Arte. Tradicionalmente el cómic ha tenido bastante presencia en clase de Plástica o de Lengua, pero cada vez hay más disciplinas que empiezan a ver su potencial. Actualmente hay gente usándolo para hablar de ciencia, de medicina o de filosofía y el campo cada vez es más extenso. En este sentido creo que el nuevo máster de Educación y Cómic que ha impulsado la Cátedra de Estudios de Cómic de la Universitat de València será un punto de inflexión, ya que permitirá que muchas personas a las que nos interesa la vertiente didáctica del cómic nos conozcamos mejor y podamos crear proyectos juntos. En mi caso concreto impartiré la asignatura Historia y Cómic junto a Pedro Cifuentes, así que no puedo estar más contento.
¿Qué nuevas fichas de lectura encontrará el usuario en la edición en castellano?
Además de las once incluidas en la edición en catalán, también he preparado las propuestas didácticas para Esperaré siempre tu regreso, de Jordi Peidro, que narra el paso de Paco Aura por el campo de concentración de Mauthausen y para El violeta, de Marina Cochet, Juan Sepúlveda y Antonio Mercero, centrado en la homosexualidad en el franquismo. En el primer caso lo tenía claro desde el principio, ya que creo que es necesario recuperar la memoria de los republicanos a los que el franquismo y el nazismo condenaron a pasar y en muchos casos a morir en los campos; y en el segundo fue la elección de los mecenas entre cuatro propuestas al conseguir superar el segundo objetivo de la campaña de Verkami, y también creo que es una obra muy potente y que trata una cuestión frecuentemente olvidada.
Además de la historia reciente de nuestro país, usas el cómic para otras etapas históricas? Qué cómics y para qué etapas?
También lo uso en clase para trabajar la Prehistoria. El año pasado preparé una guía didáctica sobre el cómic Otzi. Por un puñado de ámbar, de Mikel Begoña e Iñaket, que utilicé para trabajar el Neolítico en 1º de ESO y funcionó muy bien. Para este curso, en el que por fin vuelvo a dar clase en 4º, tengo pensado preparar algo para trabajar el siglo en XIX en España a partir de la adaptación de José Pablo García de La guerra civil española, de Paul Preston.
¿Cuáles son tus próximas paradas en la promoción del libro?
Estaré el 19 y 20 de octubre en el Salón de Cómic de Getxo, en diciembre en el Salón de Cómic de Zaragoza y estamos cerrando fechas para presentarlo en Barcelona y Madrid. También en Barcelona haremos una sesión especial del club de lectura de la librería Pebre Negre en diciembre. Ya en 2020 seguramente lo presentemos en Ponferrada junto a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y estaremos en el Splash Sagunt. Me encantaría poder presentarlo en más lugares, así que lo seguiremos intentando. Y estamos abiertos a cualquier propuesta, especialmente para hacerlo llegar a los docentes.
¿Cómo ves la escena del cómic en nuestro país?
Como lector y divulgador creo que es una época fantástica, ya que se publica tanto y de tanto nivel que hay lecturas estimulantes todos los meses. Como amigo de algunos dibujantes y como conocedor del sector un poco desde dentro, me preocupa que cada vez las tiradas son más pequeñas y por tanto los ingresos de los autores son, en general, bastante escasos y que tal volumen de novedades es difícilmente asumible para las librerías o las bibliotecas.
¿Te resulta fácil que les entre el gusanillo a tus alumnos?
Cuando vencen la sorpresa inicial y empiezan a leer, se dan cuenta de que les gusta leer cómics. Como ejemplo, el año pasado en clase de Lengua Castellana en 2º de ESO les hice leer Nimona, de Noelle Stevenson y les encantó. Este año hemos cambiado el sistema y pueden elegir sus lecturas entre una lista más amplia y muchos lo están leyendo por la recomendación de quienes lo leyeron el año pasado. La mayoría de adolescentes tienen la mente abierta, así que el gusanillo les entra fácilmente.
¿Cuáles son las lecturas que ocupan ahora mismo tu mesilla de noche?
Generalmente combino la lectura de cómics con ensayo histórico y alguna que otra novela, así que estos días estoy con Catalanes y escoceses. Unión y discordia, de John H. Elliott, y estos últimos días he leído Brune, de Emmanuel Guibert y Niño prodigio, de Michael Kupperman. Ahora estoy releyendo Irmina, de Barbara Yelin, ya que tengo la intención de escribir sobre él en el blog.