Tú, una bici y la carretera es el diario gráfico de un viaje por el sur de los U.S.A. realizado, como su título indica claramente, sobre una bicicleta y por lo tanto marcado por la especial y específica relación que se establece entre la ciclista y su máquina.
A diferencia del caminante, el ciclista necesita mover una máquina sin motor propio para desplazarse y al hacerlo su mente condiciona y es condicionada por su cuerpo, más en concreto por la capacidad de sufrir y sobre todo de disfrutar con el esfuerzo de sus músculos, huesos y órganos claves en el desarrollo del ejercicio. Por eso el viaje en bicicleta implica un cierto grado de reencuentro consigo mismo y en consecuencia de agradecidos momentos de soledad. Por ello el grafismo depurado, minimalista y efectivo, de Eleanor Davis (Tucson, Arizona, 1983), no sólo se explica por la ligereza que suelen tener las notas gráficas de viaje, sino que también es congruente con su condición específica de ciclista. De la misma forma es también coherente con el tono de soledad sociable del relato la coexistencia de un ámbito narrativo más intimista con otro que asoma al exterior.
De esta manera la tensa dependencia de Eleanor respecto de sus frágiles rodillas nos sitúa en el marco de la épica de la superación; aunque en este caso esté alejada de la glorificación del sacrificio y más cercana a la aceptación cariñosa tanto de las propias limitaciones como de la ayuda solidaria para superarlas. Mientras que el paisaje que cruza y el paisanaje con el que se cruza y a veces convive aparecen no sólo como la secuencia de conocimientos y descubrimientos que acompañan al viaje, sino que también sirven para explicarnos en buena parte como siente y como piensa sobre la sociedad en la que vive. Especialmente si se tiene en cuenta que buena parte de su itinerario transcurre cercano a la conflictiva frontera con México. En este sentido sus imágenes, dentro de su sencillez, tienen la capacidad de transmitir empatía de acercarnos a las situaciones de hacernos más próximas a las personas y con ello hacernos también partícipes de su viaje.